El primer recuerdo que tengo de mi pasión por el fútbol es aquella tarde en la que no pude ingresar al estadio “Max Augustín” para ver el partido entre CNI y Deportivo Municipal que provocó la euforia de los iquiteños porque en su elenco estaba Hugo “El Cholo Sotil”. El estadio estaba abarrotado y el ingreso era imposible.
La primera imagen que tengo de la utilización de la política en el fútbol es al entonces presidente Francisco Morales Bermúdez colocándose el polo del gran capitán Julio Meléndez –que llegó a jugar en Boca Junior de Argentina y está en la galería de la fama de ese club- allá por el año 1975 donde Perú logró el título de la Copa América.
Así que ni la multitud ni la utilización política me es ajena. Desde niño. Pero luego de los intentos fallidos de una clasificación desde aquel lejano 1985 –que hoy se recuerda constantemente porque Ricardo Gareca metió el gol que nos eliminó para ir a México 86- ha hecho que se impregne cierta indiferencia en quien esto escribe. A tal punto que, hay que decirlo, varios partidos dejé de ver al seleccionado porque “jugaba como nunca y perdía como siempre”. Hasta que –con la inmensa mayoría de compatriotas- comenzó la racha de partidos favorables que terminó en la clasificación.
Todo el país se emocionó. Porque esos muchachos descubiertos por el argentino le han devuelto la esperanza al pueblo. Y al ver esa multitud en las calles y los vecinos amaneciendo por celebrar al igual que el presidente Pedro Pablo Kuczynski recibiendo la chompa del equipo he recordado los pasajes descritos en los dos primeros párrafos.
Como está el país y las circunstancias políticas que vivimos he pensado que sería genial, ya que se acerca la elección regional y municipal que quienes salgan elegidos nos den una lección similar al profesor Gareca. Seguro que provocarían euforia parecida.
No hay que aplaudir antes de tiempo a los candidatos. No hay que creer en ellos. Que no coloquen en los puestos claves a los mismos de siempre. Que no se dejen influenciar por los periodistas, los auténticos y sachas. Que no crean que están descubriendo el mundo y se ponen en plan de sabelotodos. Más que ponerse la casaquilla por la clasificación o colocar banners con la foto de la oportunista de estos tiempos con el polo de la selección, que las autoridades elegidas el 2018 –a las actuales no se lo puede pedir ya nada- piensen que hay pueblo hambriento de triunfos y que si hicieran un buen gobierno todos saldríamos a las calles a agradecerles.
Gareca sería un buen ejemplo para los políticos y el pueblo en las calles después de la clasificación nos deja la enseñanza que debemos mostrarnos eufóricos con los resultados, no con las propuestas. Si algo habrá impulsado a Gareca en los momentos de malos resultados y cuando la crítica le era adversa habrá sido el querer demostrar a los incrédulos que es posible hacer las cosas bien. No aplaudamos antes, celebremos juntos los resultados.