Hasta febrero de este año llegó a ocho la cantidad de amigos que me invitaron a formar parte de una red de según me decían “emprendedores” en donde podía ser mi propio jefe, ganar mucho dinero y viajar por el mundo. Algunos de estos ocho amigos me preguntaron a qué edad pienso jubilarme y cuando respondía después de los cincuenta, estos me miraban como si estuviera loco, para decirme, que los que me estaban presentando era la oportunidad de mi vida.
Todos estos amigos tenían un discurso parecido (casi idéntico). Muchos de ellos son amigos de la escuela, de la universidad o de alguno de los lugares en los que había vivido. Ninguno de ellos se conoce, sin embargo, su objetivo parece ser uno solo, captar más personas e invitarlos a ser parte de su red.
Pero ¿En qué consiste esta red? Se trata de una organización multinivel que se sostiene por dos cosas, la venta de un producto y la incorporación de personas que vendan ese producto. La persona que logró el ingreso de un nuevo miembro a la organización gana una comisión por el ingreso de esta persona, y esta persona ganará lo mismo, cuando logre incorporar a un nuevo miembro.
En junio de este año un noveno amigo me escribió. Uno al que no veía hace mucho y que semanas antes de invitarme a reunirnos me contaba de los viajes que había hecho por América Latina y lo bien que le iba económicamente. Que incluso había llegado hasta Aruba. Yo, que ya sabía por dónde venía el asunto tuve que decirle “Estoy feliz de saber de ti y que todo esté bien, pero no tengo ningún interés en ser parte de una red de mercadeo”. Este que es mi amigo desde hace varios años ha dejado de hablarme y escribirme ¿Tenía un interés su amistad?
Y como no puede haber un nueve sin un diez a lado llegó el décimo amigo. Con la misma historia. Las mismas promesas; ser el propio jefe, ganar todo el dinero del mundo y disfrutar del mundo mismo. A este, le he tenido que decir casi lo mismo que al noveno, agregando que, estoy cansado de este tipo de invitaciones y que me parece poco justo acercarse a alguien haciendo uso de la amistad generado con los años, para persuadirlo a ser parte de una red en la que tiene que pagar elevadas cuotas de ingreso y vender productos a precios – también – elevados que no responden al bolsillo de un peruano de a pie.
Al respecto, la Sociedad de Banca y Finanzas advirtió hace unos meses que muchas de estas organizaciones no son del todo legales, por lo que, hay que tener cuidado. Más aún – pienso – cuando vienen disfrazadas a través de nuestros amigos. Mismos que de seguro, recibieron la invitación a través de otros amigos. Es una red.