Raquetas, emociones y razones
Reconozco que cuando juego al tenis me voy del partido con facilidad es una debilidad que debo corregir. La concentración en el deporte no es mi fuerte, fácilmente se me va el alma al cielo, quizás por eso prefería la portería para monologar conmigo mismo. Lo bueno del tenis es que te hace instantáneamente una radiografía o escaneo de tus debilidades como persona. Eso te permite enmendar esos yerros. Yo siempre hago un símil con la escritura. En cada partido hay que darle todo y no hay partido sin importancia como en la escritura, hay que darle al cincel. En este sentido, una buena política a implementar sería promover este juego a nivel popular como en Estados Unidos y Europa, que no se vea como un deporte de cierta clase social que es una estupidez. Este deporte ayuda a forjarte, a reconocer al rival cuando es mejor que tu, a promover valores en la competencia sana. Por mi falta de concentración admiro a los tenistas de élite como es el caso de Nadal, Federer, Serena Williams, Djokovic, Agasi, Borj, Sampras, Vilas entre otros que olvido. La cita primero a Nadal no es gratuita. Admiro esa fortaleza mental, raramente se va de los partidos. Rafa es constante. No se rinde fácil. Su fortaleza es la inteligencia emocional cuando todo lo dan por perdido emerge ese Rafa luchador, épico, que no se cansa, que se deja la piel en la tierra batida. Está metido en los partidos, no menosprecia a sus rivales, los trata con deportividad. Admiro sus tiros son envenenados en sus servicios, estos hacen giros extraños cuando resta, cuando se defiende atacando o que el tiro cae justo en la línea. Es un gran “restador” que ruge en el fondo de la pista. Pero su arrojo y corazón no se queda en el set o game que está jugando, trasciende. Es un muchacho que la gloria no se le ha subido a la cabeza [a Messi cuando no le cuidan se va de boca]. Sabe de sus límites, ha reconocido que el mejor tenista de la historia es Roger Federer por su palmarés, eso lo engrandece a él y al tenis.
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