A orillas del río Itaya se observa más de una vivienda rústica construida encima de balsas flotantes, muchas de ellas sirven incluso de restaurantes y bares que no prestan necesariamente los niveles de seguridad requerida para su funcionamiento. Capitanía de Puerto debería pronunciarse al respecto ya que le corresponde tomar acciones sobre el particular.
Pero estas elegantes edificaciones, también sirven para encuentros entre parroquianos y féminas que por unas cuantas monedas (de 5 a 10 lucas) ejercen la profesión más antigua del planeta.
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