Hace unos días estuvo Mario Vargas Llosa donando sus libros en su ciudad natal Arequipa. Un hecho importante por donde se vea. Paralelamente a esta noticia diversos reportes hablaban de la salud delicada de Gabriel García Márquez y su Colombia se estremecía, sin hablar de lo mejor de Latinoamérica y el mundo donde su obra ha quedado impregnada en las letras hispanas para siempre. No era poca cosa, sin duda, mientras tanto con pana y elegancia horas y horas los canales de señal abierta le daban cobertura a Florcita y sus invenciones.
La televisión nacional no merece ningún tipo de respeto y esa civilización del espectáculo del que hablaba MVLL en realidad en el Perú se convierte, no en una constatación sino en una bajeza. Mientras el poeta José Gabriel Valdivia en un parque desconocido hablaba sobre la importancia de la vanguardia literaria en el día en que Vallejo moría en parís con aguacero hace 79 años, los flashes apuntaban a salseros, vedetes, dándoles horas y horas para que hablen de Florcita y los devaneos de sus caderas deformadas.
¿Qué país es este? Donde todo lo importante gira en torno al color del calzón de una muchacha que apenas debe haber culminado su educación básica. Un país donde se rinde pleitesía a un gritón por la radio y la televisión y se menosprecia al que está creando cultura o pensamiento. Lo peor es que todos estos idiotas están tan bien entrenados, domesticados en entender que sus trivialidades y recreaciones superficiales son libertad de prensa o libertad por el simple hecho de expresar cualquier estupidez que salga de su primitiva lengua.
Observo las cifras de sintonía cuando la coprolalia es más cuantiosa en estos programas y pienso que no tenemos salvación porque lo que perjudican en minutos estos retrasados, se demora años en restaurar en términos formativos. ¿Qué país es este?
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