Filiberto Cueva

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Desde hace 03 años que no puedo responder con claridad a la pregunta ¿A qué hora duermes? Pues si no es a una hora, es a otra. Pero nunca, a una hora en específico. Durante el tiempo que vivía en Lima, dormía a las 2 de la mañana.

Tiempo después viajé a la ciudad de Anchorage en los Estados Unidos, que tenía 03 horas menos de diferencia en comparación al horario de Perú. En donde dormía a las 10 de la noche y despertaba a las 5 de la mañana. Que vendrían a ser las 8 de la mañana en Perú.

Sin embargo, mi rutina diaria en Anchorage iniciaba a las 10 de la mañana, cuando en Perú eran la 1 de la tarde. Ahora, que me encuentro en Europa, estoy a 07 horas de diferencias con Perú durante el verano y 06 horas de diferencia durante el invierno.

Cuando alguien me dice si podemos hacer una videollamada y me asigna horarios de Perú, suelen ser horarios de madrugada para este lado del mundo. Con lo que, no es de extrañarse que hayan días en que tenga sueño por el día y todo lo contrario por las noches.

Hace poco una amiga desde Arequipa me dice que quiere conversar urgentemente conmigo. Le digo que encantado. Cuando me dice que a las 9 de la noche es el único horario que tiene disponible, no me queda más que aceptar– dado que es una comunicación urgente-  Sin embargo, para cuando ella tuvo las 9 de la noche, yo tenía las 04 de la mañana y a las 7.30 de ese mismo día yo debía salir volando para una reunión. Lo que quiere decir, que solo podía dormir 3 horas con 30minutos  y morirme de sueño el resto del día. Pero claro “se trataba de una comunicación urgente”.

Mi madre me ha dicho que debo beber infusiones de manzanilla para conciliar el sueño. Por su parte, un amigo de toda la vida y una de las personas con mayor adicción al trabajo que conozco me ha recomendado beber 1 ó 2 expresos dobles por día. “Eso te va a equilibrar Filiberto y te dará mayor energía para continuar” sugiere.

Por mi parte, ante las recomendaciones de mi madre y mi querido amigo. He optado por empezar a leer ese libro fantástico llamado “Las mil y una noches” y confiar en que Scherezada impedirá que duerma cuando no conviene hacerlo.