El 2017 fue un año con mucha fricción entre los poderes del Estado debido a la imperante necesidad de la mayoría predominante en el parlamento de demostrar el poder que poseen, lo cual conllevo a la censura de dos ministros, una solicitud de voto de confianza, denuncias constitucionales contra el fiscal de la nación y los miembros del tribunal constitucional, y por último, como cereza del pastel, una moción de vacancia presidencial, que derivó en el indulto del expresidente, dictador y genocida Alberto Fujimori.
Desde mi punto de vista, lo realmente preocupante es que no sabemos de donde proviene ese poder ostentado por el parlamento o por el presidente de la república al indultar a Fujimori.
La literatura académica señala que existen tres visones del poder (unilateral, bidimensional y tridimensional) y sobre ello, Hanna Arendt, en su obra “Crisis de la República”, elabora el siguiente análisis sobre el poder:
“El poder – decía Voltaire – consiste en hacer que otros actúen como yo decida”; está presente cuando yo tengo la posibilidad “de afirmar mi propia voluntad contra la resistencia” de los demás, dice Max Weber, recordándonos la definición de Clausewitz de la guerra como “un acto de violencia para obligar al oponente a hacer lo que queremos que haga”. El término, como ha dicho Strausz- Hupé, significa “el poder del hombre sobre el hombre”. Volviendo a Jouvenel, es “Mandar y ser obedecido: sin lo cual no hay Poder, y no precisa de ningún otro atributo para existir… la cosa sin la cual no puede ser: que la esencia es el mando”. Si la esencia del poder es la eficacia del mando, entonces no hay poder más grande que el que emana del cañón de un arma, y sería difícil decir en “qué forma difiere la orden dada por un policía de la orden dada por un pistolero.” (Arendt 1999: 139-140).
El poder, según Passerin d’Entreves, es una fuerza “calificada” o “institucionalizada”; es decir, mientras otros autores definen a la violencia como la más flamante manifestación de poder, Passerin d’Entreves define al poder como un tipo de violencia mitigada. (Arendt 1999: 140).
Es preciso tener en cuenta, considerando que nuestro país está sujeto a un sistema representativo semi presidencial, que bajo las condiciones de un Gobierno representativo, el pueblo domina a quienes lo gobiernan. Todas las instituciones políticas son manifestaciones y materializaciones de poder, se petrifican y decaen tan pronto como el poder vivo del pueblo deja de apoyarlas. (Arendt 1999: 143-144).
De acuerdo a lo desarrollado, nos encontramos con que el poder ostentado por nuestros representantes en el parlamento y por el presidente de la república, nace y proviene de la sociedad, que es institucionalizado y materializado con el sufragio universal, en el marco de lo regulado por la constitución y las normas especiales; por lo que en atención a ello, la sociedad haciendo uso del control del poder que otorga, debe mantenerse en vigilancia para revocar ese poder frente a acciones que no se ajustan a las necesidades reales de la sociedad en su conjunto.
Miguel Angel Rojas Rios
Abogado
Maestrando en Gobierno y Políticas Publicas
BIBLIOGRAFÍA
ARENDT, Hanna
1999 «Crisis de la República”. Madrid: Taurus.