El estío había entrado con fuerza en Madrid, apretaba, y mucho. Las noches no eran para conciliar el sueño. Literalmente se pasaba una noche toledana. Durante el día había que buscar aire fresco. Lo más común o lo más simple de la gente es hacerse con el aire acondicionado, sin pensar en las consecuencias ambientales. Así que fui una mañana a la biblioteca pública que está cerca de casa donde el aire acondicionado no está puesto a tope que, muchas veces, uno termina con un dolor de espaldas como en los autobuses. Devolví un libro y me llevé el libro del escritor israelí Amos Oz “No digas noche”, de quien había leído “Una historia de amor y oscuridad” memorable libro donde novela la vida familiar de su padre y madre. Esta vez la novela hurga en la vida de Teo y Noa, una pareja con complicidad, silencios, amores, madurez. Entre ellos hay una diferencia de quince años. Se conocen en uno de sus viajes a Latinoamérica, Venezuela, donde él trabajaba en cooperación internacional en el diseño de ciudades. Ella se fue a trabajar en la embajada para hacer un sabático existencial luego de cuidar por años a su padre enfermo. Regresan a trabajar a Israel luego de una decisión de mutuo acuerdo. Noa enseñaba en un colegio que ante la muerte presuntamente por sobredosis de uno de sus alumnos, el padre del muchacho que vive en África, decide poner un centro de rehabilitación para jóvenes adictos a las drogas que para su implementación no es nada fácil y encarga a Noa erigirlo. Teo era consultor en temas de urbanismo, en su tiempo tuvo cierta influencia. La historia es contada desde el punto de vista de cada uno de los personajes que da una gran complementariedad a la historia. Cada uno va buscando y definiendo sus espacios con madurez, con impulsividad. Se miden. Se piden no entrometerse en sus espacios. El manejo de los silencios es uno de los puntos más llamativos de la historia. Sin exabruptos. A mí me daba la sensación al leer la novela que aparentemente no estaba pasando nada y estaban pasando muchas emociones juntas. Se iba hilando con gran sabiduría esta historia de sentimientos.

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