ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Siempre el café será mejor con alguna compañía. Por eso fuimos al malecón a tomar un café en la vereda donde seguramente los caucheros bebían los licores más refinados contemplando el Amazonas. Mientras esperamos la bebida un lustrín se acerca y propone limpiar los zapatos. Accedo a ella y mientras frota con fruición el calzado que después de tres meses de uso ya necesita una limpieza, converso animadamente con ella que de cuando en cuando lanza unos gritos que dan rienda suelta a su sorpresa y/o admiración por anécdotas que el autor de esta nota cree conveniente contarla. No es mi confidente ni mucho menos. Es una amiga.

Mientras frota el zapato el lustrabotas a veces sonríe con cada una de las ocurrencias que compartimos. Como aquella que en una tienda de ciudad de Panamá se ofrecen zapatos por 320 dólares y que tienen la ventaja de ser lustrados gratuitamente en cualquier parte del mundo. Ante esa narración mi compañera del café no solo sonríe sino que contagia al lustrín que seguramente pensara o que estamos locos o que deseamos no pagar el servicio que presta. Pero no creo que se le cruzara por la cabeza que somos foráneos.

Pero parece que sí. Pues al momento de preguntarle por el costo de su lustrada nos contesta sin ninguna duda: «diez soles, joven». ¿Qué, sabes lo que estas cobrando? Luego de esa pregunta abandono la mesa con la indicación que sea mi amiga la que convenza al lustrín que es poco más que un abusivo. Luego de cuatro minutos retorno a la mesa y encuentro sola a mi amiga.

Ella le dijo al lustrín que por las putas pijuelas le pagaría diez soles. Tres soles esta bien, le aseguró. El respondió que siquiera le de cinco soles. Ella le dio esa cantidad con la indicación que se retire de la zona. Cuando me contó la solución que encontró nos reímos juntos porque ella no solo ha desarrollado bien la capacidad de cuidar su dinero sino de algunos como quien narra los hechos.

Es un abuso mayúsculo que alguien quiera cobrar diez soles por una lustrada de zapato. Pero se dan esos casos. Y no creo que sea porque el lustrabotas nos imaginaba extranjeros sino simplemente por abusivo. Pues como también le dijo al lustrabotas tanto este columnista como la señorita Marina Correa somos más charapas que el aguaje. No me queda más que decir: protesto ante la actitud de este lustrín.

2 COMENTARIOS

  1. Pensé que iba usted a escribir sobre alguna protesta contra los medios de comunicacion basuras. Qué pérdida de tiempo leer éste post.

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