Soy un pringado con lo que está pasando últimamente. Es como si estuviera en constante fuera de juego. No entiendo nada y a la gente la veo que anda feliz, que los candongos se repiten de un lado a otro del charco. Hay alabanzas en superlativo que suenan a naderías. Me admira la facilidad con que las personas se pliegan (con gramos de docilidad) a lo que dice la masa y, lo peor, es van de supermodernos o, es más, de postmodernos para decirlo atufado de actualidad. Yo ante la fanfarria me quedo sin palabras y aturdido. Cuando Gabriel García Márquez vivía dijo algo así que Armando Manzanero era uno de los más grandes poetas de Latinoamérica porque las canciones compuestas por el olían y exudaban a poesía. Mis padres y tíos, algunos amigos y amigas, bailaban al son meloso de sus boleros, es más, lo cantaban a viva voz. Por lo que he visto y oído al jurado del premio Cervantes no se la ha ocurrido darle el Premio Cervantes a Armando Manzanero ¿deberían darlo? Entiendo yo que es un premio para recompensar a los escritores y escritoras de los muchos lados de este inmenso charco que no son pocos. Con la concesión del último premio Nobel de Literatura ha recaído al músico y cantante Bob Dylan. Recuerdo que cuando pisé las tierras de Norteamérica lo primero que compré fue un casete de Bob Dylan donde estaba Blowin’ in the Wind, lo escuchaba mirando al río Charles, en Boston. Me parece un gran músico y cantante. Es más, los cantantes y músicos tienen sus propios premios dentro de la profesión y Dylan se lo ha ganado todo o casi todo. Un gran músico de gran valor literario, muchas veces más intenso que el mismo Dylan, como es Sixto Rodríguez no ha estado en las quinielas del Nobel ¿por qué? Por eso me causó sorpresa el premio a él ¿Los premios de la música reconocieron o reconocen a escritores o poetas que inspiraron las canciones de los cantantes? Callo, la gente en una suerte de paroxismo de un malsano voluntarismo sigue contenta con el último Nobel, en el patio ando sordo y cabizbajo como un pringado.