No suelo ver las noticias por el telediario. La flagrante y burda manipulación de lo sucedido es cada día peor. Me escuece. Me genera mucha inflamación escuchar y ver lo mal que anda la prensa. Empeorado con las fake news. No se contrasta nada, pero se intoxica. Se ha abandonado la equidistancia y se ponen camisetas, de una determinada posición política,  sin ningún pudor y con cinismo. Unos son constitucionalistas, los otros fascistas, los del pueblo independiente entre otros autonombramientos rimbombantes y hueros que poco hacen por la convivencia. Es muy mala prensa que provoca desazones ¿hacia dónde vamos con unos medios de comunicación que te dirigen a donde ellos quieren? Suelo mirar las noticias por los diarios digitales, es un decir, porque solo leo los titulares, y al terminar de leerlos pienso, como ejercicio contra la manipulación, lo contrario lo que dicen los titulares para así tener un balance de mi propia cosecha – puede ser una ingenuidad pero es la única vacuna que se me ocurre. Hasta las páginas rojas, que tanto gusta leer a mi madre, percibes que está siendo manipulada. Por ejemplo, hay un asesinato y de por medio hay familias conocidas o alguien de la clase política, la noticia se distorsiona. Cambia. Se vuelve dúctil. Se conjetura. Se lanzan hipótesis sin sentido y se cambia el foco de atención. Las noticias por violencia de género en lugar de indignarnos, por la forma en que es descrita en los medios de comunicación, es de conformismo y fatalidad – claro que se pudo hacer algo más, o es de un simple dígito más que la que narra la noticia lo dice como contar goles. Se ha perdido sustancia hasta la forma de narrarlo. En el negocio del fútbol, el dinero ha pervertido este deporte, la situación de la prensa es más crítica o muy parecida al ámbito político. Es por lo general, bipolar. De la exultante alegría se pasa al más profundo pesimismo. De la zalamería de hoy a los insultos más burdos segundos después. Hay camarillas, bandos. Abundan los descalificativos contra entrenadores, jugadores, dirigentes, entre ellos mismos. Es la deportividad mal encaminada. La mesura no es propia de estos tiempos. Es tiempo de forofos tontos pero no hay que bajar los brazos y persistir.

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