El señor PPK viene atendiendo a su clientela en un huarique de pésimas condiciones, malos aires, malos habitos, sin ventilación y con frecuentes ratas que pasan y repasan cerca de los visitantes. El mandatario del Perú ni se inmuta y realiza sus entrevistas, verifica obras, viaja a inspeccionar inversiones, toca su flauta antes de almorzar y se ríe con estruendo. El señor PPK quiere volver a palacio de gobierno, pero no lo puede hacer debido a la presencia de odiadas polillas. Como se recuerda el gobierno de PPK comenzó en su casa. No quiso pisar palacio de gobierno porque estaba desmejorado, con fisuras y con la abundancia de atrevidas polillas.
Mientras atendía en su casa, mandó refaccionar palacio gastando un verdadero platal. Luego, cuando las obras estaban terminadas, se pasó con todas sus chivas a palacio de gobierno, a la sonada casa de Pizarro. Era ya el primer año de su gobierno y los inversionistas beneficiados bailaban en un pie, las obras de envergadura se hacían vertiginosamente y los grandes consorcios invertían como locos para después llevar la parte del león. En palacio de gobierno no pudo estar mucho tiempo como era su deseo más hondo, pues de pronto aparecieron unas polillas gigantescas devorando archivos, libros viejos e informes nuevos. Nada se pudo hacer contra esas polillas que desaparecían cuando venían los fumigadores. Palacio seguía en malas condiciones y era un lugar inhóspito. Y decidió seguir en su casa, hasta que aparecieron las polillas ante sus mismas narices.
De su casa tuvo que huir luego para buscar un bar desde donde atendió su recargada agenda. Pero en el bar también aparecieron las polillas, haciendo huir a PPK con su gente que no sabía cómo acabar con esos bichos que acababan con el papel que encontraban. ¿Qué clase de bichos eran esas polillas que ningún veneno podía matar?