Una política de derechas aspirante al Ayuntamiento de Madrid muy suelta de huesos, y con mala leche, dice que tiene poco aprecio a lo público. Muchas de sus declaraciones están bajo el hálito de un liberalismo senil y cerril. Pero si le tiene poco aprecio a lo público cabe preguntarse ¿por qué se presenta a un cargo público? Ella dirigió la Comunidad de Madrid que se ha convertido en una madriguera de ratas. Sus conmilitones liberales han pergeñado una red mafiosa que se lucra con el dinero público ¿cómo es posible que alguien que aspire a un cargo público dice que siente poco aprecio por el? Ella critica agriamente las subvenciones estatales – bueno, eso dice su prédica liberal, sin embargo, su marido recibe las subvenciones de la Unión Europea. Los liberales españoles (y también los peruanos) tienen poco aprecio a lo público casi les provoca alergia, quieren privatizar todo, pero para que lo gestionen sus amigos y familiares. Quieren secuestrar al Estado para eso, para su beneficio personal y amical. Es de locos. Aquí hay escritores que van de liberales pero cuando el Estado les otorga un premio rápidamente extienden la mano para recibirlo – el escritor Javier Marías ha renunciado públicamente a recibir premios de fondos públicos. Y cuando las ideas faltan a estos liberales sobran sus insultos a sus adversarios políticos. Lo primero que usa como arma arrojadiza es ETA (en Perú sería Sendero Luminoso, como cierto sector de la derecha lo hace), luego Venezuela y su régimen totalitario ¿? (callan lo que sucede en China o lo que su gobierno hace con la inmigración que es una violación a los derechos humanos). Y se puede llega al insulto personal. De manera clasista esta candidata faltona y poco seso (confundió al premio Nobel José Saramago con la bailarina de flamenco Sara Baras) blasfema a sus contrincantes en la arena política. Es una manera altanera de hacer política, no confrontando las ideas si no enlodando al rival. Destruyéndolo. Con señoras prepotentes como esta hay que tener una piel de rinoceronte.