Picardía en el magisterio

Picardía en el magisterio

La astuta picardía peruana, esa herencia perversa que nos impide un verdadero progreso, esa torcida habilidad emprendedora que no vacila en delinquir, en contaminarlo todo con el delito, acaba de estallar en las filas del vapuleado magisterio nacional. Un desastre fue el examen de ayer domingo. En 5 lugares de esta república se detectaron filtraciones, manipulaciones y otras perversidades que malograron las pruebas. Lo que iba a ser una jornada más de selección, de premio a los mejores, de rechazo a los que no se han preparado adecuadamente, acabó mal.

En verdad, acabó horriblemente, pues ese sector clave de la vida nacional, de cualquier jornada de mejora o de progreso, no debería desperdiciarse en la noticia policial, en la crónica roja. Debería estar libre del delito y de las sombras dudosas. Pero, lamentablemente, las cosas son así. Y no se trata solo de  esos 5 sitios. Los demás lugares no pueden quedar libres de sospecha. Que no se haya descubierto nada, que todo parezca limpio de polvo y paja podría significar que los pícaros son bastante hábiles. Así de complicado es el asunto en un país que parece un monstruo, pues a sus méritos económicos no suma eficacia en tantos rubros.

La astuta picardía peruana, mano larga o garra eficaz, que no perdona nada, ni oficio ni doctrina, estalló de repente ayer domingo. Ese escándalo no viene solo, viene con sus otros desastres bajo el brazo, desastres que se pueden resumir en la incompetencia para desempeñar el oficio de enseñar, en la falta de preocupación por seguir aprendiendo, en la manipulación de notas y de conductas y en otros declives que han permitido el dolo en los exámenes de ayer domingo. El prestigio del magisterio nacional no era nada halagüeño. Peor quedará luego del escándalo en 5 lugares del país. ¿Y cómo quedarán los estudiantes de ambos sexos ante un magisterio cruzado por la picardía?