Perplejos ante la creciente
En la humana historia, uno de los primeros que escribió sobre una inundación fue un tal Diodoro de Sicilia. Ello revela una cosa importantísima, además de la información pertinente: la creciente no es patrimonio de los ríos selváticos como podrían creer los que se miran el ombligo, los que se consideran el centro del mundo, los que no pastan más allá de sus narices. El tal Diodoro escribió sobre la inundación del río Nilo. Su testimonio nos deja perplejos. La creciente era motivo de jolgorio, de celebraciones, de fiestas, de preparación para las ganancias después de la bajada de esas aguas. La alianza entre el río y la Nación dio frutos al fundar una de las más admirables civilizaciones de la tierra.
En lo referente a la Amazonía del Perú, los primeros escritos sobre la creciente abundan en la pluma de los cronistas castellanos. Después de leerlos y releerlos nos volvemos a quedar perplejos. En ninguna parte esos escribas citan tragedias o desgracias o desamparos ante el alza de las aguas. En esos escritos resalta que la inundación era parte de la vida cotidiana de los oriundos. No de los misioneros, pues es conocido el episodio del padre Samuel Fritz que por no saber que se venía una inundación grande, y además por estar enfermo, se quedó tres meses suspendido en la barbacoa de una casa, mientras los moradores de ese lugar se fueron hacia las tierras altas.
Cuando hoy en día leemos cualquier información sobre la creciente, nuevamente nos quedamos perplejos. Porque abunda el drama por todas partes: pérdidas de cosechas, pérdidas de bienes y de casas, presencia de damnificados en alojamientos improvisados y precarios, vida a la intemperie en carpas precarias para las víctimas. No era entonces tan primitivo el pasado ni era verdad que la tecnología iba a solucionar los inconvenientes.
EN el pasado habia el criterio de la previsión, sin duda el instinto de conservación hace que las gentes se autoprotejan. Las crientes siempre se han dado.
Estaos efectos «adversos» muchas veces son recibidos con jolgorio por los «damnificados» que ven en estos fenómenos de la naturaleza, una opción para ser atendidos por el gobierno. La tecnología no tienen mucho que hacer acá si la gente nunca toma la decisión de moverse hacia lugares más altos. ES la idiosincracia de la población. Así los lleven a zonas mas altas y con mejores condiciones, al pasar el momento critico (con la vaciante) la mayoría de los damnificados regresarán a los lugares inundables. Cumpliendose un circulo vicioso conveniente para la poblacion y sobre todo a los adalides de la justicia sacial (politicos y demas lacras que se aprovechan de la situacion)
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