Se levantó el telón y ya todos sabemos quiénes son los ministros de este nuevo gabinete que preside Mercedes Araoz. Son cinco los rostros nuevos que llegaron a oxigenar al Ejecutivo.
En honor a la verdad no nos sorprende ello, como tampoco el hecho de que Patricia Donayre no haya “chapado” ninguna de las carteras, tal cual eran los rumores que con fuerza se dejaban sentir en Iquitos, tras conocerse que ya es del partido de gobierno, PPK.
Sin embargo, la congresista loretana que llegó al parlamento con los colores del fujimorismo, ha demostrado que ella no da puntada sin hilo, por lo tanto, en nuestra opinión, ni iba a aceptar un ministerio en medio de semejante situación.
Donayre negocio a su estilo e interés su pase al oficialismo. Ni que estuviera qué, para atracar ser ministra en la incertidumbre de durar unos diitas o unas semanitas en el cargo. Ella sabe moverse en el escenario político. Ella no tiene ni un pelo de tonta o inocente.
En qué términos pudo negociar su enrolamiento en la bancada de los ppkausas. Qué pudo convenir con don Pedro Pablo. Cuáles fueron sus condiciones. Son algunas de las interrogantes. Al menos las más insistentes.
Veamos, y soltemos algunas ideas o hipótesis al respecto. Qué fue lo que pidió Patty Donayre al presidente Kuczynski.
Primero. Ella no ha exigido un ministerio en este gabinete de Mercedes Araoz. Ni que estuviera loca, porque el mismo nació con respirador artificial y dependía de lo que podría decidir en los próximos días la intransigente e irracional mayoría fujimorista en el Congreso. Entonces, como creen que iba a querer ser una simple ave de paso en un ministerio. Aunque claro, hoy como que el panorama se aclaró un poco, pero igual, ella no quería correr riesgos y perder soga y cabra a la primera.
La doctora en política, mira más allá, ella busca una buena vitrina que le ponga en vigencia y en los ojos del país como protagonista, no en un papel secundario.
Pero como congresista oficialista corría el riesgo de tampoco durar mucho. Porque si perduraba lo de la censura al gabinete que acaba de juramentar el presidente de la República podía cerrar el Congreso. Entonces ahí la indecisa parlamentaria aparentemente saldría perdiendo. Pero no. Ni tonta que fuera. La exfumimorista ya aseguró mínimamente ser cabeza de lista en unas eventuales nuevas elecciones para el Congreso. Ahí, recién ahí, cuando el suelo esté parejo y se haya lucido en su labor parlamentaria, exigirá su ministerio. Ya el de Justicia, o el de La Mujer, de pronto el de Trabajo. Finalmente, el que fuera. Total, ella solo buscará estar en primera fila, bajo los reflectores y atención de los medios nacionales. Ella no es el bosque. Patty es el árbol.
Como verán, Patricia Donayre, sabe jugar ajedrez. Sabe cómo mover sus fichas en el tablero. Es una persona preparada e inteligente. De buen olfato. Le podemos cuestionar muchas cosas -soy uno de ellos-, pero no le podemos negar esos méritos. Esa enorme capacidad del oportunismo. Y en nuestra fauna política eso es lo que al final pesa y cuenta.