En marzo de 1979 Monseñor Arnulfo Romero se fue hasta la Plaza San Pedro para que el Papa Juan Pablo II atendiera los pedidos de justicia que se exigía en el país centroamericano. Karol le contestó en plena plaza que no tenía tiempo para escucharlo y que se regresara con sus papeles hasta su patria. Con la humildad de toda su vida Arnulfo regresó a su patria, a pesar que en sus oídos aún resonaban las palabras del Sumo Pontífice diciendo que exageraba con sus peticiones. Un día de marzo de 1980 un francotirador acabó con la vida de Arnulfo Romero mientras oficiaba una misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia en la Colonia Miramonte en San Salvadory hasta una película se hizo en su nombre y hasta una promoción del Colegio San Agustín de Iquitos llevó su nombre. Pero ya estaba muerto, asesinado. En mayo de 1994 la Arquidiócesis de San Salvador envió la petición para que la Santa Sede le diera el nivel de Santo. Después de varios años de estudio El Vaticano concluyó que Romero “no era revolucionario sino un hombre de la Iglesia, del evangelio y de los pobres”. Pero el proceso de canonización aún sigue su curso. Como dicen varios especialistas, sin novedades ni justicia a la vista.

Corría el año de 1983 y el Papa peregrino llegó a Managua, Nicaragua, en una gira que cubría varios países centroamericanos. Le habían sugerido que obviara la patria de Sandino pero poco antes el presidente norteamericano Ronald Reagan llegó a todos los países con excepción de la tierra de Rubén Darío. Así que repetir el error del exvaquero sería visto de mala manera. Aun contra su voluntad el entonces Ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, aceptó ir al aeropuerto a recibir a tamaña autoridad. Tomado de la mano de Daniel Ortega, Juan Pablo II quiso saludar a los ministros de la revolución y llegó hasta donde estaba el promotor de Solentiname. Le hizo el desplante y ni siquiera quiso saludarlo. Le dijo “usted debe arreglar su situación con la Iglesia”. En un artículo testimonial el poeta Cardenal cuenta el incidente y lamenta, por supuesto, el bochorno. Años después ese mismo poeta visitó Iquitos y a cada pregunta sobre el incidente tenía una respuesta evasiva pero respetuosa hacia la autoridad católica. Lo que engrandecía aún más su figura.

El Papa Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005 y, como bien se señala por estos días, casi sin respiro el proceso para su beatificación comenzó el 13 de mayo del mismo año. Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, concedió autorización para “pasar por alto” los cincos años de espera para comenzar con la beatificación y el 2 de abril de 2007 Juan Pablo II fue beatificado. Y el domingo pasado fue elevado a la categoría de santo. Lo que en el idioma de la Iglesia Católica quiere decir que ya está en el cielo.

Si existe el cielo no dudo que allá habrá encontrado a Monseñor Romero y allí lo verá cuando le toque su turno Ernesto Cardenal. Pero, terrenalmente, no creo que una persona que haya hecho lo aquí narrado puede elevarse a la categoría de santo. Ha sido Papa, no hay duda, pero santo nunca será para quien éstas líneas escribe.

3 COMENTARIOS

  1. Es tu posición, respetada pero no compartida. Como reza el dicho «después del paretido todos somos entrenadores».
    lo que si es cierto es que la presencia de Juan Pablo II en el trono papal fue decisivo para muchas nuevas y decisivas acciones de esta iglesia que sigue en marcha… y creo que Cardenal, tu y yo estamos bien lejos de ese nivel de presencia y de trasendencia

  2. yyy a todo esto cambia en algo la realidad de la iglesia??? santo o papa, beato o ateo este mundo sigue igual…renueva tu FE y que Dios y la fuerza te acompañe!!!

  3. Tendrás «TUS RAZONES» otros no lo piensan así, bueno hubiera sido que éste comentario, lo hubieras hecho en Abril del 2007.

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