Es un escritor que religiosamente -como “agnóstico benigno”, que es como se autodefine- cumple con entregar sus colaboraciones en las fechas que otros han pactado. Y lo digo porque sé que en otras publicaciones tiene esa misma puntualidad. Se autodefine como promotor cultural. Pero creo que a su nombre solo debe anteponer aquello de escritor. Que es lo que hace mejor y en cuyo oficio, lamentablemente, no se ha dedicado con la militancia de otros y la perseverancia que su calidad literaria le reclamaban. Aunque él dice que felizmente la vida le ha devuelto a la literatura que es, lo que más pasión le provoca –tanto así que ya termina de escribir la segunda parte de su IQT- los que le seguimos comprendemos sus trabajos colaterales. Total, sus lectores podemos reclamarle producción literaria pero también están las necesidades elementales.
Creo que fue el primero -sino el único- que me dedico con demasiada exageración unas líneas donde escribía lo que yo quería expresar al escribir mi primer libro y que tanto barro provocó contra mi cuerpo, oficio y alrededores. Desde entonces -y por las expresiones de Maurilio B. Paniagua- nos tenemos mutuo respeto y con vaivenes propios de las ocupaciones divergentes que hemos tomado, siempre nos damos tiempo para analizar lo andado, decirnos algunas verdades y bebernos un poco de alcohol. Él no toma mucho pero puede acompañar la jarana con esa abstinencia propia de los conversadores multitemáticos.
Siendo un asiduo butaquero de los cines de todas las ciudades que frecuenta se ha entusiasmado exageradamente con los proyectos cinematográficos propios y ajenos. Y lo hace con sinceridad, desprendimiento y buena leche. Ha sido actor, guionista, productor y creo que hasta jala cable de algunas cintas loretanas no siempre bien logradas, aunque sí bien publicitadas. Y ahí sí que exagera, pues es de los que creen que mejor es una buena marketeada que una buena producción y no a la inversa. Pero sus exageraciones son tibieza frente a la calentura que impregna a las cosas que emprende. Exageradamente puede ser maestro de ceremonia, presentador y público en cualquiera de las actividades a las que es llamado.
Esto ha sido un poco de palabras más o menos ordenadas para referirme a ese pionero del bloguerismo loretano y de todo lo que tenga que ver con cultura llamado Paco Bardales, escritor. Pero, ojo, para ser escritor primero tuvo que ser lector y, otra vez ojo, comprender lo que lee.