La semana que pasó, como pocas veces ha sucedido, han estado el Presidente de la República y el Premier en Loreto, en ambos casos acompañados por congresistas de Loreto. Martín Vizcarra fue a Mayuriaga a inaugurar un colegio que beneficiará a medio millar de jóvenes. Salvador del Solar llegó a Iquitos para reunirse con pobladores nativos y autoridades de la región. En la primera estuvo Jorge Meléndez y en la segunda Patricia Donayre. En las dos los dirigentes nativos tuvieron la oportunidad de conversar con las principales autoridades del Poder Ejecutivo y con los representantes en el Congreso.
El Presidente de la República se paseó por un pueblo que la mayoría de veces hace noticia porque emprende jornadas de lucha exigiendo atención del Estado. Se muestran belicosos hasta que una «Comisión de Alto Nivel» les convence que firmen un acta de entendimiento que enfría sus pretensiones. Pero nada hacen los dirigentes para solucionar el problema de falta de servicios básicos que padecen. Según la información que ellos mismos han proporcionado la visita presidencial ha sido netamente protocolar. Ya sabemos que, siendo la infraestructura fundamental, el desarrollo educativo no pasa únicamente por mejorarla. Y los dirigentes lo saben. Pero ha prevalecido al estrechez de visión y misión.
El Premier ha llegado a la capital loretanos y se ha colocado la indumentaria nativa como señal que es un visitante más y ha reiterado que lo importante es el diálogo. Desconoce Del Solar que precisamente diálogo es lo que ha sobrado en la relación nativos/gobierno. El problema no es iniciar o continuar el diálogo sino sobre qué se dialoga y qué acuerdos se propone. Se hará seguimiento a los acuerdos anteriores, se dice. Cuando se sabe que esos acuerdos son tan antiguos como los problemas mismos.
Así que si algo demuestra las dos visitas es que los funcionarios de Lima nos siguen mirando como sujetos ávidos de protocolo y no de propuestas de desarrollo. Con el añadido que han estado acompañados de congresistas y dirigentes nativos que les hacen la comparsa y no se dan cuenta que el tiempo pasa. Hemos perdido una nueva oportunidad y, me temo, que la seguiremos perdiendo.