Muchos hemos decidido irnos de vacaciones. Algunos por el estrés de la oficina, otros por motivaciones personales o familiares y los más osados lo llaman “por placer”. Esta última opción es la que nos hace buscar la diversión con buenas referencias, bajo precio y excelentes juergas.
Lima la Gris me recibe con 13 grados centígrados, un frío del que siempre huyo porque no encaja -ni corresponde creo yo- con mi naturaleza amazónica. Es que al estar en la Ciudad de los Reyes no puedo dejar de pensar e imaginar cuan contrastable es la naturaleza amazónica con todo lo que me rodea. Pienso en todo lo rico de mi isla mientras me pongo las medias que compré hace dos años y que en Iquitos ni las uso, un bividi, un polo, una camisa y una chompa que tienen como cinco años más de antigüedad que las medias. Todo un andamiaje para que el frío pase piola en mi cuerpo loretano acostumbrado a las pocas y frescas prendas que permite el abrazador calor… cómo no pensar en ese calorcito cuando te estas cagando de frío.
Mi instinto rápidamente me lleva a pensar en el verano. Sí, para que se mueran de envidia… mientras los y las provincianas de la capital se amodorran de frío, en mi selva podemos disfrutar de playas, arena blanca, sol, agua, bares, tragotecas en carpas de colores, cervezas si eres regia y tienes más plata, arroz chaufa con huevo, tacacho con pollo, anticuchos de patas y cuellos de pollo, botes o peque peques que atraviesan el río por un sol. Y el postre o excusa favorita para completar el romance de aquí: una bebida llamada CLIMAX que es casi energizante, un elixir imperdible creado por algún buen loretano amante de la “Chabelita” un preparado más ficho que recoge en una receta de antología. Hecho con un poco de gaseosa blanca y un poco más de aguardiente embotellado y empacado en edición de lujo de litro y medio y en plástico no retornable color verde, para darle más caché. Esta bebida que con su néctar hace despertar la pasión fulgurante de propios y extraños, te embruja si la acompañas de una célebre danza de música electro-cumbia-rock-pop de la que destaca alguna melodía de Corazón Serrano. Mientras retumba, en el cuerpo y en la mente, los potentes parlantes que, cual flauta de domador de cobras, atraen tu cuerpo a una mejor elección. Y es que este sitio que ha cerrado su temporada 2014 y que jamás podría pasar desapercibido por sus asiduos parroquianos es un lugar que se ha convertido en parada obligatoria para sacudir las plumas y remojarlas en la playa donde nosotros los gays, maricas, buses, solapas y heteroflexibles somos los amos y señores… Damas y caballeros… ¡bienvenidos a “Pampagay”!