El señor Euler Hernández lamentará toda su vida no haber acudido a la minga organizada por los moradores de Simón Bolívar y Nuevo Versalles para reparar el puente ubicado entre 28 de Julio y Navarro Cauper. El alcalde de Punchana debió estar allí, en primera fila sirviendo personalmente el aguadito de ocasión, ese preparado que primero fue servido por Juan Cardama. Pero por alguna razón la autoridad edil se durmió y permitió que en escena apareciera otro preparado que tiene fuertes e inevitables motivaciones políticas. Se trata del pollo con tallarín y fue ideado y hasta servido por el activo Olmex Escalante.
En ese puente entonces se estrenó un nuevo plato inscrito dentro de la siempre dinámica gastronomía política de nuestra región. De esa manera Escalante, como si se tratara de un hábil cocinero, de un chef emprendedor, dejó a un costado los otros preparados que han pasado por las gargantas de los electores, que fueron digeridos por los votantes. En franca actitud innovadora, el aludido no repitió el café con pan de Noriega, ni el sopón motocarrero de Monasí, ni el juane barato de algún candidato ahora olvidado. El pollo y el tallarín pasaron entonces a formar parte del menú político y nadie sospechó lo que iba a pasar en esa campaña electoral del 2016.
En ese año sucedió que la mayoría de candidatos, en un afán de presentar algo novedoso a los electores, ofrecieron el pollo con tallarín pero sin mencionar a su inventor. Mientras servían el preparado a los posibles votantes decían a los cuatro vientos que ellos eran los que habían creado ese plato. Pero ello era falso, lo que motivó las airadas protestas de Olmex Escalante que entonces ayudaba a arreglar los puentes que ninguna autoridad se había atrevido a arreglar, mientras competía por la alcaldía de Punchana sirviendo un impresionante lomo saltado.