Nuestro día

Lejos de los agasajos recontra pateros y de los autobombos justificados ojalá que este día del periodista sirva para reflexionar un poco sobre nuestro trabajo diario. Y es que ya se ha hecho un lugar común que se cuestione la labor que cumplimos los periodistas debido a que siempre habrá dos posiciones sobre determinada posición. El trabajo que desarrollamos cotidianamente siempre será materia de controversia porque la unanimidad no existe. Y porque toda obra humana tendrá, necesariamente, que ser una fuente inagotable de disputa.

El compromiso con la verdad debe ser nuestro norte. Ese insumo a veces esquivo, otras veces ocultado y muchas veces manoseado, es la materia prima que nos llevará a sentirnos orgullosos de la tarea que realizamos. Mientras tengamos a la verdad de nuestra parte, nada hay que temer. Porque será la misma que nos engrandezca profesionalmente y nos convierta en seres útiles a la sociedad y habremos contribuido con un granito de arena en la posibilidad de mejorar la condición de vida de la gente. La verdad os hará libres, reza el evangelio. Y lo que debemos agregar es que dicha libertad tiene que ser bien utilizada. Verdad y libertad, nos palabras que están íntimamente ligadas a la tarea diaria del periodismo.

Desde éstas líneas, desde este diario, desde los ordenadores que reemplazaron a las “máquinas de escribir” podemos afirmar y reafirmar que la tecnología pasa… las personas quedan. Y son los hombres y mujeres del periodismo que tendrán que sostener la profesión en los cauces del bien común. Desde Jaime Bausate y Meza, a quien debemos la fecha de la celebración por la aparición del diario de Lima, pasando por Alfonso Navarro Cauper, a quien debemos la preservación de una parte de la historia regional, debemos buscar la verdad que es nuestra vida y utilizar bien la libertad que forma parte de la vida periodística. No por gusto, hace ya unos cuantos años, este diario se relanzó como tal y con matices hemos tratado de mantener una diversidad de posiciones para que todos sientan que por encima de las discrepancias hay un respeto al trabajo ajeno y al propio.