Llegamos en un momento de transición política en la bahía de Lima. Pero no solo de Lima sino de todo el país. En este tiempo de mutación, hay mañanas donde cae una llovizna fina, pero persistente, que te moja hasta el alma. El cielo viste encapotado y muy gris, el sol no se asoma durante el día. Son momentos de cambios de acuerdo con las noticias. Se va el gobierno de la gran desilusión y entra uno que ha obtenido una victoria ajustada en las urnas y en una segunda vuelta. El líder es una persona con poco carisma y que se esfuerza por parecer graciocete (suele reírse solo sin venir a cuento). En cuanto a emociones parece un anestesista que no se inmuta ante el cuerpo del paciente. Con este panorama, es todo un reto y enigma sobre la gobernabilidad en los próximos años de Perú ¿seremos capaces de gobernar y consensuar políticas de Estado con los partidos con representación en el Congreso y el Ejecutivo?, ¿la hija de Fujimori tendrá el liderazgo en la oposición o dará un paso al lado? Se están echando las cábalas. De lo que se lee y escucha casi todos los perfiles para los ministerios recaen en economistas, casi todos de gran peso liberal ¿necesita Perú más recetas liberales? Una muestra de esos procesos perversos de liberalización es el transporte público en Perú, con estándares casi similares al de Cotonou (aunque aquí con el matiz que en este caos se aglutinan todas las clases y razas en Perú y que nadie se esfuerza por respetar las mínimas reglas de tránsito). En la aplicación de estos procesos de programas de ajustes, la desigualdad es un tema que ha sido dejado de lado (la educación sigue siendo el patito feo – a veces suelo pensar que es por una cuestión de racismo de las élites políticas). Pero nadie lo menciona en voz alta. Lo desdeñan, es mejor mostrar los logros económicos y con el sueño, muy tonto, de ser un país desarrollado. Y de acuerdo con lo que se ve, el próximo gobierno seguirá, infelizmente, la misma ruta por más que los medios de comunicación, palafreneros del presidente de la república, digan lo contrario.