Luis Lemos, director del Museo de la Municipalidad Provincial de Maynas:
Un aplauso para Luis Lemos, director del Museo de Iquitos que tiene en el Parque Zonal la Municipalidad Provincial de Maynas. No ha tenido formación académica para ese puesto pero su empirismo es la prueba que a veces el entusiasmo reemplaza las carencias, incluso las económicas. Pro & Contra caminó con él mientras hablaba sobre lo que hace dentro y fuera de sus predios burocráticos. Su atrevimiento y no estar pensando en si sus acciones serán del agrado de sus jefes es la clave de su éxito. El poco presupuesto que le asignan no es una desventaja sino un impulso para hacer más actividades.
Ha pasado un poco desapercibida hasta para los que se encargan de lanzar loas a la gestión de Adela Jiménez. Se trata de la exposición de Ze Carlo Ruíz que va hasta el 15 de diciembre en un lugar inusual: El Mercado Central. Sorprendidos por la grata noticia acudimos a la oficina de Luis Lemos, director del Museo de Maynas, quien recomendó al artista el uso de ese centro de abastos. Pero Lemos no solo tiene eso en mente sino otros atrevimientos más.
Entusiasma el entusiasmo que impregna a las actividades más sencillas. Nos cuenta que desde que asumió el cargo –y espera quedarse hasta el final de la gestión- se ha propuesto organizar la mayor cantidad de actividades tanto con los artistas que acuden a su Despacho como con los que va en su búsqueda. “Tenemos actividades hasta febrero, no sabes lo que me alegra esto, recorrer las exposiciones”, nos confiesa mientras muestra las esculturas de Milagros Ojer, artista plástica española y peruana que expone sus obras en dos salones del Museo Iquitos bajo el título “Ayer y hoy”.
Desde sus oficinas se planifican diversos proyectos. Como el “Museo itinerante” que recorre pueblos ribereños cercanos y que le permite ponerse en contacto con los pobladores rurales que, contrariamente a lo que podría pensar desde la ciudad, están ávidos por ampliar sus conocimientos. “Si no te embarcas en el bote la tarde del domingo, tienes que regresar el lunes y eso ya es un problema, la movilidad es una dificultad para trasladarnos por el río Nanay, Monón, amigo”, nos dice en ese tono risueño cargado de dubitaciones por lo que puedan salir de sus labios.
Padece las penurias de la estrechez económica que tiene en su oficina. Con poco hace mucho, señala. Pero no se queja, no hay atisbo de dejadez en sus palabras. “Tenemos un presupuesto de 8 mil soles anuales y si nos cruzamos de brazos no haríamos nada, pero no podemos defraudar a los artistas que acuden en busca de un espacio para mostrar sus trabajos”, dice mientras con sus ojos atrevidos mira a uno y otro lado. Con esa misma rapidez nos indica que todos sus amigos se extrañan por las ganas que le pone a su trabajo y cómo es que en tan poco tiempo se ha sumergido en un mundo rodeado de cuadros, fotografías, esculturas y personajes vinculados al arte. “Este puesto dicen que debería ser ocupado por un artista pero todos se sorprenden porque desde la inauguración del Museo hemos logrado que el artista tenga en este lugar un espacio donde exponer. Cada vez que tengo dudas le consulto a mi amiga Malena Santillán, quien me da sugerencias y por eso le estoy eternamente agradecido”, habla como una máquina mientras descendemos las escaleras y nos detenemos en el rostro que está por ahí y que formaba parte de lo que antes era el “Salón de Actos Ramón Castilla” en el tercer piso del edificio municipal de la Plaza de Armas, hoy abandonado.
“Cuando Ze Carlo vino para ver si podía exponer sus fotografías, le sugerimos que lo haga en el Mercado Central, como una novedad y ampliar los espacios de exposición”, dice mientras ofrece disculpas por el desorden de su oficina. Y es que el atrevimiento está en sus genes, siempre ha intentado hacer cosas diferentes y desde este puesto cree que da para más. “Estoy eternamente agradecido a la señora Adela Jiménez, quien me ha dado la oportunidad de servir a mi ciudad desde este puesto, cuando me propuso sentí un poco de temor porque era un mundo desconocido, pero creo que lo estoy haciendo bien, no crees”, nos dice sin encontrar más que una sonrisa cómplice como respuesta de nuestra parte.
Otro de los proyectos que le entusiasma es “la ruta del caucho”. Es un recorrido por las casonas que se construyeron en el período del boom de la goma. Solo es cuestión de juntar un grupo de 15 personas y nosotros los llevamos a recorrer la historia de Iquitos acompañados de un guía, la entrada al barco museo la tienen que pagar pero lo demás es gratuito, declara mientras observa a lo lejos los cuadros de César Calvo de Araujo que están en proceso de restauración. Pero, amigo, dice, también nos entusiasma la cantidad de escolares que nos visitan. “La entrada al museo es totalmente gratuita y en algunas oportunidades cubrimos el transporte cuando se trata de colegios de la periferia que no tienen recursos, los que tiene que paguen eso, ¿no te parece?” y nuevamente sus ojos brillan.
Le solicitamos unas fotografías y ofrece disculpas por la facha. Varios click y ya perdió el pudor inicial y tenemos que decirle que deje de posar, que vayamos a otro ambiente, que ya no habrá más fotos. “No hay problema”, habla hasta por los codos y añade que el Museo de Iquitos abre sus puertas a todos y que en sus ambientes se tiene un recorrido histórico que deben hacerlo todos.