La actriz loretana Marina Díaz Guzmán reflexiona sobre su inesperado salto al mundo del teatro y la enseñanza. A pesar de haber dejado la docencia hace años, nunca imaginó que se dedicaría tan intensamente a actividades culturales. «Todo comenzó cuando un grupo de jóvenes me invitó a participar en un cortometraje, y de ahí fue todo un efecto dominó», comenta. Hoy, se encuentra realizando talleres de literatura y teatro con estudiantes de diversas edades y sigue colaborando en proyectos artísticos, manteniéndose muy activa.

En una reciente experiencia en la zona del Marañón, Díaz Guzmán trabajó con niños y jóvenes en talleres de poesía y teatro, y destacó cómo los estudiantes, especialmente los más pequeños, se entusiasman al comprender un poema o meterse en una actividad creativa. «Fue muy gratificante ver cómo los niños se conectaban con lo que hacíamos, y cómo, a su manera, también me enseñaban a mí», afirma.

A pesar de la gran cantidad de actividades que realiza, Díaz Guzmán asegura que su vida ha cambiado radicalmente. Su casa se ha convertido en un lugar de descanso, mientras su día a día se llena de tareas relacionadas con el arte. Aunque no le faltan proyectos, lamenta que aún no haya tenido la oportunidad de llevar sus talleres a los centros de adultos mayores, un espacio que le gustaría explorar.

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