Recuerdo perfectamente junio de 1982. Polonia nos goleaba y desde ese día el nombre de Lato se quedó grabado en mi pecho, en el corazón. Fue la última -perdón, penúltima, ya ven que el subconciente es así- vez que estuvimos en un mundial. Y en esa despedida no tuvimos nada que celebrar. El futuro era incierto y los líos internos provocados por los jugadores, dirigentes y periodistas era un adelanto de lo que duraría 36 años. Hoy es diferente. Pensamos en el futuro sabiendo que lo tenemos. No dejemos que nos lo quiten. Celebrar desproporcionadamente nos puede llevar a ello. Oblitas sabe lo que dice cuando señala que no debemos hacer de la derrota un motivo de celebración eufórica. Nada de homenajes. Después no lamentemos otros 36 años nuestra exclusión. Mi generación sabe lo que es estar y no en un mundial. La generación actual no debe cometer los errores nuestros.
Por eso quiero transcribir una parte de lo publicado por el diario Bild de Alemania «La selección peruana después de 36 años volvió a un mundial sorprendiendo con su buen juego de equipo en sus dos partidos, no desmayaron en su intento por ganar demostrando técnica y pundonor. Y no podía ser de otra manera teniendo el mayor aliento jamás visto de sus hinchas. La barra peruana enriqueció el torneo con su alegría, sus cánticos e incondicional apoyo a su selección, que persistió aún después de su eliminación. Como periodista deportivo puedo decir que en toda mi vida he visto algo igual, han honrado a su Patria, ambos, la selección y sus maravillosos hinchas. Créanme cuando les digo que éste no es el fin, es sólo el comienzo, el Perú ha regresado como nunca antes en décadas. Peruanos, siéntanse orgullosos de su selección, se han ganado el derecho, todos quisiéramos que continuaran para disfrutar de su elegante fútbol y de sus hinchas que nos han dejado amando el Perú. Los vamos a extrañar, son unos ganadores!!»
Que sentirnos ganadores no nos haga vivir con más derrota. Hasta Qatar 2022.