El arzobispo de Trujillo y administrador apostólico del vicariato de Jaén, Monseñor Alfredo Vizcarra Mori, advirtió sobre la crítica situación que enfrentan las provincias de Jaén y San Ignacio debido al avance incontrolado de la minería ilegal. En una reciente entrevista, describió un panorama alarmante donde esta actividad ilícita ha comenzado a imponerse por la fuerza, generando conflictos sociales y poniendo en riesgo la vida y el entorno de las comunidades locales.
Vizcarra señaló que, uno de los hechos más preocupantes ocurrió recientemente en el distrito de San José de Lourdes, en la provincia de San Ignacio, donde un grupo de ronderos fue interceptado por mineros ilegales armados cuando se dirigía hacia la ciudad. El enfrentamiento no terminó en tragedia solo porque los dirigentes comunales alzaron pañuelos blancos para evitar una escalada de violencia. Sin embargo, hubo heridos y un ambiente de creciente tensión.
“Todo Jaén y San Ignacio están invadidos por la minería ilegal”, señaló Monseñor Vizcarra, quien aseguró que esta expansión ocurre ante la mirada indiferente de las autoridades. Según dijo, no se trata solo de un problema ambiental o económico, sino de una amenaza directa al tejido social de la región. El ingreso de estas mafias mineras va acompañado de violencia, prostitución, drogas y tráfico de personas, trastocando el modo de vida tradicional de las comunidades rurales.
El 5 de marzo pasado, más de seis mil personas provenientes de distintos distritos de Jaén y San Ignacio marcharon en defensa del territorio agrícola y exigieron a las autoridades medidas concretas. Aunque se firmaron acuerdos para regular la actividad extractiva, estos no se han traducido en acciones efectivas. Vizcarra cuestionó duramente la falta de voluntad política y el poder del dinero detrás de la expansión minera.
A pesar de haber asumido hace pocos meses como arzobispo de Trujillo, Vizcarra señaló que mantiene un fuerte vínculo con la región de Jaén, donde ha trabajado por años. Ha iniciado contactos con colegios profesionales y autoridades locales, y expresó su intención de articular esfuerzos para hacer frente a esta amenaza. No obstante, advierte que, si no se actúa pronto, el conflicto podría escalar.
“Es como si un delincuente entrara en nuestra casa y nos dijera qué hacer. Esta es una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento”, advirtió.
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