“El mejor homenaje que se hace a la floresta es dar lo mejor de uno desde su propia trinchera”

Miguel Donayre se confiesa desde España

Desde el otoño madrileño el escritor Miguel Donayre Pinedo [Iquitos, 1962] responde a este cuestionario justo cuando está a punto de salir del horno su próxima novela, “Fulgor de luciérnagas”. La novela parte de la infausta noticia de la muerte de un compañero de rutas y agobios de la batalla ecologista en plena selva, enla Reserva PacayaSamiria. El compañero que vive su exilio en Madrid, que ha pasado por una fase de quemado laboral [síndrome de Burnout] decide ir a reconstruir lo que pasó en ese asesinato. Es un viaje y vuelta por las emociones del exilio y la vuelta a casa.

 

Este mes se presenta en Lima un nuevo libro tuyo, ¿cuéntanos de qué se trata?

En los años 90 trabajé en un proyecto de capacitación legal en la Reserva NacionalPacaya Samiria, sobre aspectos de propiedad comunal a integrantes Kukama Kukamiria. Por ese tiempo ocurrió la muerte luctuosa de unos biólogos que laboraban en el Puesto de Vigilancia 1 en el lado del Samiria – y hasta el momento, no encuentran a los responsables de esos crímenes. A estos asesinatos le perseguían umbrías y rumores. Ese dato de la realidad me sirvió como pretexto para pergeñar la novela. La escribí desde que llegué a Madrid y la dejé en las barricas del tiempo, pasada cierta distancia me dije que era oportuno exorcizarla y liberarla de esas ataduras. Me ha costado como en todo trabajo, mucho.

La carátula del nuevo libro de Miguel

Estas muertes entraron de lleno al país de la ficción; las enlacé a los ideales que uno defiende y enarbola en la vida [en este caso el de la ecología profunda] y la contrastante realidad que nos afea en cada momento en la cara. En esas tensiones navega la novela y con preguntas morales frente a lo que ocurre como el de la ¿Abdicación de tus premisas? ¿Renuncia a tus ideales? No somos santos ni santas cada persona tiene una raya negra o un rasguño dentro de uno y la rumia por el resto de su vida,  y necesitamos restañar esas heridas de guerra.

Las buenas ideas para encarrilarse en la vida deben contar con patas en la realidad sino cojea, es decir, que en el momento de pasar a la realidad no sea la sensación que está en otro planeta como muchas veces nos pasa. Para eso hay que despabilar [en habilidades sociales] sino fracasas. Esto le pasa a uno de los personajes que se encendió en sus proclamas ecologistas y se apagó como las luciérnagas. No sólo hay que ser martillo hay que tener cintura sin claudicar a tus ideas. Asumir un credo no es suficiente, la castidad tampoco es requisito para su validez hay que confrontarlo con los demás y en ese mar denso de la “realidad”.

 

Te has convertido en uno de los escritores más fértiles de la floresta y que tiene el oficio constante de escribir ¿esto que te provoca?

Mi vocación es escribir y leer lo que puedo. Lo tuve más claro cuando vine a mi exilio voluntario. Salirme de esa premisa era claudicar, abdicar, renunciar a lo que me mueve para vivir. Y el exilio me dio esa oportunidad y no podía despreciarlo. Sí, es cierto que escribo con cierta constancia pero eso no me despista de los problemas más terrenales y angustiosos como el pago de la hipoteca, las cuentas de fin de mes como las facturas del agua, de la luz eléctrica [esa imagen del escritor escribiendo a tiempo completo tiene un sesgo muy romántico con aderezos machistas también, hay que tener sumo cuidado]. Eso sí, en este oficio hay que tener cierta disciplina y en el exilio te exige más rigor. El mejor homenaje que se hace a la floresta es dar lo mejor de uno desde su propia trinchera. A mi me tocó escribir.

 

La mayoría de tus libros tienen pasajes donde es difícil distinguir lo autobiográfico con la ficción, es una característica que sale con espontaneidad o la elaboras a propósito.

Quizás esa distorsión se deba a la estrategia narrativa, lo hago en primera persona y eso, me parece, tiende a enmarañar. Hace poco en Cagliari, mi amigo Stefano Pau me dijo lo mismo, que lo que escribo es autobiográfico. En lo más recóndito de mí mismo sonreía, es decir, que miento bien y parala Literaturaeso es fundamental. Como decía Vargas Llosa, los escritores/as nos desnudamos pero terminamos la función trajeados. La confusión viene por la primera persona que uso, mi hermano. También entre risas, me dice de lo que escribo que tanto es ficción. Ficción es todo, si hay situaciones similares a las mías es porque las presto pero sin dejar de ser ficción. Una gran desmitificadora que lo que escribo es autobiográfico es mi madre [dura y mordaz critica de mis novelas] cuyo perfil se asemeja mucho a los personajes de García Márquez. Se parte de risa cuando escucha eso, ella puede dar fe de que lo que escribo es ficción.

 

Radicas en España y te fuiste cuando soplaban mejores tiempos en Europa, ¿has pensado en volver tanto por la literatura o por condiciones económicas?

Si, las condiciones en estos momentos son duras en Europa por las decisiones de los ineptos de la clase política española [si Zapatero fue un incapaz y falto de sentido común, Rajoy lo supera con creces] y también la clase dirigente europea, están condenando a generaciones enteras. Los ricos se siguen haciendo más ricos en esta crisis y los pobres andamos jodidos. Desgraciadamente, ha triunfado el pensamiento único del mercado como árbitro a costa de vidas humanas: sueños, acceso a una mejor educación, salud, a la cultura. Pero a pesar de todo por el momento mi residencia [y resistencia] es en Madrid y en el Olmo.

En el caso peruano la fiesta que se vive hoy es en cifras económicas aunque la realidad nos diga lo contrario. La mala distribución de la riqueza es un tema pendiente desde hace mucho tiempo. El acceso a la salud y la educación nos afea en cifras y datos. Amén de la débil institucionalidad. Hay que mejorarlo y lo que percibo es que no se construyen raíles para eso, por el contrario, encallaremos. Y la floresta se une a ese festejo, lamentablemente, desnortada, sin proyectos a largo plazo, sin políticos que ilusionen. Una pena.

 

Hay una presencia de la literatura amazónica, tanto hecha por amazónicos como por «afuerinos», es que nos ven y nos vemos como materia prima literaria, ¿nos hemos puesto de moda o abordar lo amazónico se ha vuelto una necesidad?

La Amazoníaha estado presente a lo largo de la historia de la literatura [con o sin moda]. A través de los relatos orales de integrantes de pueblos indígenas y desde los cronistas. En el caso de los cronistas y siguientes escribas han rellenado al bosque de tópicos [como el de la desolación y otras farsas] y lugares comunes que son las imágenes, desgraciadamente, hegemónicas. Ese es el infortunado lastre que cargala Amazoníay pesa como un demonio sobre los hombros. Aunque parezca una paradoja pero esas expresiones del pulmón del mundo, infierno verde, océano de bosques han reforzado la invisibilidad para quienes hemos vivido y viven en la floresta. Nos han hecho un flaco favor. Y desdichadamente, esa emergente moda de estos días pasa por ese camino conocido de esas imágenes gastadas que no son para nada emancipadoras. Mis temores se acrecientan- esas modas son perniciosas como en su momento fue escribir sobre Sendero Luminoso. Hay que huir como alma que lleva el diablo de esas modas que en el fondo es una falta de originalidad, nos han hecho mucho daño. Quisiéramos que la floresta multicultural pudiera integrarse a ese Perú todavía andino y costeño.

 

¿Qué proyectos bibliográficos para los próximos meses, sabemos que se reeditara «Bonifacio Pisango», tienes ya otra novela en carpeta?

Uyyy de proyectos literarios a futuro- es una enseñanza peruana, prefiero ir despacio. Se suelen torcer y lo planificado se va al traste. Mi propósito por estos tiempos es terminar una novela en la que uno de los protagonistas es un judío amazónico, es una historia la de la inmigración judía a la floresta peruana de una gran veta literaria – lo dice también Ariel Segal. Pero es un trabajo de largo aliento. Al mismo tiempo sigo escribiendo y reflexionando sobre el tema de la violencia política en Perú – proceso sangriento que adolece de momentos de reflexión suficientes [se polariza muy rápido, miremos lo que ha pasado con esos banales cuestionamientos al Informe de la Comisiónde la Verdady Reconciliación]. A todo esto, ojalá se puede reeditar el texto de “Bonifacio Pisango, entre el descanso de purmas y la memoria memoriosa del tiempo”, tal como me ofrecieron en un primer momento [por eso prefiero ser prudente]. Si se llegara a editar sería con ciertas adiciones.