Una de las condiciones para ejercer la sistematización de una expresión artística, en este caso de la literatura o escritura, es tener altura de miras. Tener, como se dice, nobleza de espíritu, en buena cuenta, no ser mezquinos o faltos de lo necesario. Es necesario estar atento a todo lo que ocurre en un determinado ámbito, nos guste o no. No se puede acotar a capricho propio o por razones, muchas veces, de ojerizas muy mal gestionadas o conducidas. Si se parte de esas premisas, el trabajo en cuestión queda muy corto. Es de por sí muy limitado. Cojitranco. Es una regla de oro a cumplir, al menos, eso te enseñan cuando elaboras un trabajo de reflexión. Muchas veces, personas de peso, que se dedican a este quehacer han sido cuestionados por este sesgo. Además, que la relación de los críticos y los creadores han estado alimentados de enormes tensiones. Es por eso que la cautela es más que necesaria en estos pastos o el llamamiento a la prudencia tan invocada por el sabio de Estagira. La anécdota del poeta César Vallejo con un crítico refleja fielmente esa tirantes, al poeta de Santiago de Chuco le mandó a sembrar papas ¿quién se acuerda del crítico? Vallejo trascendió más allá del campo de este agradable tubérculo. Este tipo de ejercicio cegarra ha sido y es una mala práctica en la floresta. Digo todo esto a raíz de un curso de Literatura amazónica que se dictará en Lima, con los auspicios de la Universidad de San Marcos, próximamente y quien facilita el curso ha obviado, olímpicamente, a poetas y escritores relevantes. En este caso, a los poetas y escritores del Grupo “Urcututo”, que tienen pergaminos a nivel nacional y reconocimiento internacional ¿ha sido un doloso olvido (si se confirma sería un descomunal error) o un gazapo de quien escribió el programa? Espero que sea esto último.

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