[Unas palabras al viento a raíz del atentado contra la cultura de quienes deberían promoverla].
Que la jefa de la DDCL y el señor Gobernador se sientan parte de la historia. Que sigan deambulando por las naderías que les manda la vida. Total, así se escribe la historia también: destruyendo. Y si para ello cuentan con la colaboración de ese personaje llamado Martín Reátegui Bartra, pues conforman el trío perfecto que ya podrá convertirse en cuarteto o sexteto.
Lo que ha hecho la Dirección Desconcentrada de Cultura de Loreto con su desconcentrada directora Maritza Ramírez Tamani es un atentado a los antepasados que también son los suyos. Lo que ha permitido el Gobernador de Loreto, Nelson Fernández Cieza, es solo la continuación de la historia de despojo que –vaya coincidencia- siempre se ha perpetrado contra los oriundos. Sabíamos que algún día tenían –ambas autoridades- que retirar lo que no les estorbaba. Si alguna coincidencia pueden reclamar Ramírez y Fernández es que han andado juntos para destruir las fotos de una época que se nos va. Los felicitamos por ello. Ya habrá momento de recordarles, si es posible con un monumento a la sacada de cuerpo, al echar la culpa al subalterno.
No vamos a pedirles disculpas públicas. Porque no se puede pedir lo que en sano juicio sabemos que no se conseguirá. Que quede en su memoria que han andado en el mismo carril del despojo del conocimiento ancestral. No olvidemos que en la época del caucho un huitoto era el peor enemigo de otro huitoto. Más de un siglo después el peor enemigo del conocimiento de ese período sigue siendo la mediocridad vestida de burocracia. Más de cien años después –como si el despojo fuera prima hermana de la soledad- de la noche a la mañana la señorita Maritza Ramírez ha permitido un atentado contra su propia cultura, contra su propio pueblo. Es decir, ya no solo deja de promover lo que su cargo exige sino que con su indiferencia permite que lo poco que existe del caucho se destruya. Y, encima, echa la culpa a otros. Encima, ni se inmuta. Atareada en los avatares del rescate de lo nativo no se entera que en su propia casa están los destructores de su raza, que es la nuestra.
Como dice la canción que grafica la lucha del pueblo nicaragüense ante el asesinato fachista de Sandino: la historia no se iniciaba solo estaba continuando. Lamentablemente Maritza Ramírez con Nelson Fernández continúan esa historia. Solo basta recordar que en el pasado reciente un alcalde de nombre Salomón Abensur Díaz propició la destrucción –bajo el manto cobarde del traslado- de los murales de César Calvo de Araujo y esas obras de arte hoy se encuentran en el Parque Zonal esperando la restauración. Claro, en esa oportunidad un grupo de ciudadanos salió a las calles para tratar de impedir el atentado y no lograron el propósito porque siempre el despropósito de las autoridades prevalece, como en esta oportunidad. Recuérdese que una buena mañana un funcionario edil –a quien se le encargó la administración de la Biblioteca- arrojó a la calle los archivos periodísticos con el argumento que no poseía espacio para los periódicos. Tampoco nos pongamos inmemoriosos para saber que hasta las fotografías de la historia de este pueblo fueron arrojadas al río porque no había entidad que las pudiera conservar.
Hoy, desde esta tribuna, no vamos pedir la recolección de firmas, los memoriales de siempre, las marchas de protesta, ni los conciertos de solidaridad. Nada de eso. Que todo ese despojo y atentando quede en la memoria de quienes lo permitieron. Seguramente preferirán lo externo, como siempre ha sucedido ya sea en la banca, industria, turismo y cultura. Que la jefa de la DDCL y el señor Gobernador se sientan parte de la historia. Que sigan deambulando por las naderías que les manda la vida. Total, así se escribe la historia también: destruyendo. Y si para ello cuentan con la colaboración de ese personaje llamado Martín Reátegui Bartra, pues conforman el trío perfecto que ya podrá convertirse en cuarteto o sexteto. Total, no hay que revisar mucho la historia para leer que en la época del caucho “El sistema de control de la fuerza laboral era cruel y desigual: el patrón sometía a los nativos y los obligaba a trabajar en condiciones de esclavitud. En cada barracón de trabajo había un capataz y, bajo su mando, un grupo de hombres armados que ponían orden en el barracón y perseguían, castigaban o neutralizaban cualquier amago de rebelión o huida. Dentro de estos «ejércitos» había una figura peculiar: la de los «muchachos», jóvenes nativos criados por los patrones que desempeñaron un papel importantísimo de control, ya que estaban armados y dominaban las lenguas y costumbres indígenas”. Los principales colaboradores de los caucheros estaban entre los nativos. Como hoy. Porque con esa actitud han demostrado que, más allá del discurso, se encuentran del lado de los dominantes, de los barones y de los que sabiendo que la historia los juzgará lo que prefieren es retirar parte de la historia.
Lamentamos toda esta situación que ha culminado con la destrucción de la exposición de la época del caucho. Que no olviden ambas autoridades –o lo que queda de ellas- que ese recinto antes de enero del 2014 estaba semiabandonado y en los ambientes de la Gobernación solo existía desolación. Fue a partir de la inauguración de la exposición que ellos han colaborado en destruir que la sala de Gobernadores y la de exposiciones temporales recobró la utilidad que siempre debió tener. Luego, otras entidades se interesaron por el lugar. Y ahí se realizaron conversatorios tan multidisciplinarios como controversiales.
Seguro que se esforzarán por organizar otras actividades en ese recinto. Y desde esta tribuna les ofrecemos la cobertura de siempre. Pero ellos, como nosotros, sabemos que en cada pared, en cada esquina o en cada actividad que se programe estará presente el espíritu imbatible del nativo que a pesar del intento de los caucheros siempre mostrará su lado rebelde. Aisladamente, como en esta oportunidad. Porque hay aislamientos que gratifican. Como que hay atentados que construyen.
TIERRA NUEVA