Mar tenebroso
Hace casi un año estuve en Cagliari y los organizadores del encuentro de Literatura amazónica nos llevaron a la Spiagga Il Poetto, era el Mar Mediterráneo, estaba a unos minutos de la ciudad, recordemos que Cagliari está en una isla [se llega por avión o por barco como Isla Grande]. Al llegar al lugar parecía una imagen de postal. El paisaje era de arenas blancas y las aguas del mar eran de azul, azul turquesa; el poeta Luis Hernández decía azul añil que me recordaba a mi época de la infancia y los usos del añil que por estos días sabe a nostalgia. En la playa había toldos para bañistas, chiringuitos para comprar una cerveza o un bocata de jamón, yo preferí una Coca Cola. Parecía todo muy idílico pero ese paisaje armonioso de la naturaleza tenía un crespón negro que no suele salir en los diarios y sí se difunden casi pasan desapercibidas por los lectores y lectoras. En ese mar turquesa se abría una herida abierta en la memoria. Hace poco un grupo de jóvenes en la playa de La Patacona de Alboyara, Valencia, España hicieron un homenaje simbólico a las víctimas de la inmigración, a los que ansiaban el sueño europeo [que de sueño cada día tiene poco para propios y extraños] y el maltrato que sufren a diario en contra de la dignidad humana. Estos jóvenes quisieron recordar a las víctimas de la inmigración clavando unas cruces en plena playa, esas cruces significaban las tumbas de cerca de 20, 000 personas que han muerto en el Mar Mediterráneo [Cagliari y Valencia son bañados por este mar] con la idea de llegar a las costas europeas y no pidieron cumplir ese objetivo. Los bañistas que acudían a la playa reaccionaban como si hubieran visto una escena macabra, “que mal rollo”. Ayer no más siete inmigrantes murieron en la costa de Catania, Italia por no saber nadar. Estaban a quince metros de la orilla en una barca de 70 personas, se arrojaron al mar y murieron ahogados. Es una realidad de todos los días, jóvenes ilusionados que tratan de llegar como sea a este lado del Mediterráneo rico [donde millonarios, y futbolistas como Messi o Ronaldo toman sus vacaciones en grandes yates]. Así como no hay un sola Amazonía tampoco hay un solo Mediterráneo. Con ese dato de cifras de cerca de veinte mil fallecidos en aguas del mar Mediterráneo el color azul añil toma otra perspectiva.