En distintas oportunidades visité Brasil. A veces Tabatinga, otras Sao Paulo, Manaos, Brasilia y más. En Manaos radica Jorge Gallardo, norteño que llegó a Iquitos y estudió en la UNAP pero emigró hacia la ciudad brasileña y mientras observábamos los edificios me repetía en varias oportunidades: “Brasil es un país grande y grande también es la corrupción, sobretodo en Petrobras”. Era octubre del 2014. En sao Paulo radica Fernando Gómez, exalumno agustino que después de vivir en diversas ciudades norteamericanas, se instaló en una de las mejores ciudades brasileñas. Entre bocado y bocado cada vez que podía reiteraba algo que me producía desazón: “Lula es un pendejo, aquí todos sabemos”. Era junio del 2016.
Ambos tenían razón. Hoy domingo leo y leo las noticias. «Soñaban con la fotografía de Lula preso, van a tener un orgasmo múltiple. Pero voy acatar el mandato». Las agencias de noticias señalan que “Tras dos días jugando al escondite, Lula iba a entregarse. El favorito para ganar las elecciones brasileñas de octubre aceptaba su destino en el presidio. Pero antes arengaba a los suyos para continuar en la batalla: «La muerte de un combatiente no para la revolución», dijo.
Es más, “el edificio donde se encuentra encarcelado para cumplir su condena de más de 12 años de prisión por corrupción fue construido en su propio gobierno bajo promesas de ayudar a combatir el lavado de dinero”. Esas contradicciones que tiene la vida, que unos llamarán coincidencias.
Su celda está totalmente aislada de la de otros condenados por el escándalo de corrupción en la petrolera Petrobras, incluyendo algunos que lo incriminaron, como el empresario Leo Pinheiro y su ex ministro de Hacienda Antonio Palocci. La celda, que cuenta con una cama de soltero, una mesa y un baño privado, fue equipada hoy con un televisor, autorizado por la Justicia y que el ex presidente pidió para poder ver el partido este domingo de su equipo de corazón, el Corinthians, que se medía por la final del Campeonato Paulista con su histórico adversario Palmeiras”. Podrán llamar gollería aquello del televisor pero similar situación tienen otros expresidentes y sus colegas de América han tenido también un “juez federal Sergio Moro” que sería algo así como nuestro Concepción Carhuancho.
Es la primera vez en la historia de Brasil que un ex presidente es encarcelado por un delito común, pues otros han sido apresados pero por motivos políticos. Situación similar a la que se vive en Perú. Sí, nuestro país. Que me ha provocado la nostalgia de las conversaciones con Jorge Gallardo y Fernando Gómez, quienes en distintos momentos y ciudades opuestas me graficaron la realidad del país que gobernó Lula y otros más.