Estamos navegando rumbo a Belén, Iquitos, el distrito más contaminado de toda la cuenca amazónica. Pero no estamos solos. Nos acompañan cientos de niños y adolescentes de la zona que, a bordo de botes alegóricos con forma de guacamayos y anacondas, participan de un corso fluvial para celebrar el Festival del Agua, que promueve desde el 2012 el Instituto de Formación de Adolescentes y Niños Trabajadores (Infant). “No tenemos agua potable ni desagüe. Todos los desechos de Iquitos van a parar a nuestro río, donde vivimos”, reclama Sefora Rengifo (11), quien viene desde el caserío de San Andrés para alzar su voz de protesta. “No tenemos agua potable ni desagüe. Los desechos van a parar al río Itaya, donde vivimos”, cuenta.
AHOGADOS EN MISERIA
Según un estudio del Ministerio del Ambiente (2015), las hediondas aguas del Itaya, donde los animales y las personas defecan, presentan un grado de contaminación 900 veces por encima del máximo permitido. Por esa razón, nos explica Esther Díaz Gonzales, directora de Infant, este festival, además de ser una fiesta llena de color, busca una reconciliación entre los pobladores de Belén y la naturaleza. “Y son los niños los que se ponen de pie para darles el ejemplo; ellos son los protagonistas del cambio”, afirma mientras cientos de pobladores disfrutan por última vez del festival. Pronto iniciarán una nueva vida en Varillalito, la tierra prometida.
(Juana Avellaneda – Revista Somos)