No te asustes, no se acaba la vida, en todo caso, recuerda que los treinta son los nuevos veinte así que prepárate para dar la bienvenida al tercer piso por todo lo alto. Muchos dicen que estás “en tu punto”, otros creen que es una pesadilla, lo cierto es que ya nada es igual.
- Grasa aquí y grasa allá. Antes un antojito pasaba desapercibido, hoy lo pagas con creces. La proporción de grasa corporal aumenta de forma progresiva a partir de los treinta años, y se concentra en la parte central del cuerpo, si quieres un abdomen plano, como canta Britney Spears “You better work…”.
- Pérdida celular. Y no, no nos referimos al smartphone. Al llegar a los 30 años empezamos a perder tejidos de forma natural e involuntaria; además, el cerebro disminuye su capacidad de regeneración y empieza a perderse células vitales.
- Caída del cabello (sí, más). La razón científica es que a los treinta tu cuerpo segrega más testosterona, pero la convierte en DHT, hormona que hace que el pelo se se mude al pecho o la espalda.
- “Chaparrita cuerpo de uva”. Otro proceso que inicia alrededor de los 30 años es la tendencia a perder altura, consecuencia de cambios en huesos, músculos y articulaciones.
- ¿Con que nunca usaste tus lentes, eh? Tu visión se pondrá peor, necesitarás usar lentes y entre más te resistas a hacerlo más los necesitarás.
- Para oírte mejor. Comienza la pérdida de la capacidad auditiva.
- Hormonas al tope, en resumidas cuentas. El inicio de la perimenopausa, un periodo de disminución en la producción de óvulos y alteraciones hormonales.
- Evita las borracheras. Ya no estás para esos trotes. Tu hígado se hace lento al intentar desintoxicarse. La cruda es larga como la cuaresma.
- Deja el cigarro. Tu capacidad pulmonar y muscular se mermarán notablemente, por lo que sí, te cansarás en un dos por tres.
- Patas de gallo (y de elefante). Arrugas por todos lados. El sol comenzará a hacer estragos en tu piel, vendrán las manchas y perderás elasticidad lo que genera un cutis lejano de la juventud y la perfección