En estos tiempos de pensamiento único el debate agoniza, se muere, el cura vendrá pronto a dar la extremaunción. La situación es muy difícil [tanto Murdoch como Berlusconi han hecho explotar la sana tertulia]. En estas mugres ha emergido el o la tertuliana hooligans. Las tertulias se han convertido en foros de talibanes de uno y otro lado. Son unos forofos de campeonato. Sí hay que apoyar a un gobierno éstos están a muerte con él, a brazo partido. Lo justifican todo, y todo vale. Qué importa que haya dicho lo contrario hace unos meses, la memoria es corta y embarullada señalan muy ufanos estos bustos parlantes que solo repiten consignan palaciegas. El o la periodista presumiblemente ponderada se ha ido de los platós de televisión o de las pláticas radiales. En esos espacios expelen o excretan sus malos humores, su gruñonería, sus complejos, su racismo, su machismo. Es un machihembrado de malas virtudes. Es altamente tóxico. Es para levantarse de la silla y decir ¡vámonos! Pero no solo estos pasa en la política pasa en los programas de corazón, y también, como no, en los deportes. Ahí la situación es grave, patética. Cada paleto- hablante existente en esos cenáculos es para taparse los oídos y claro, ahí la situación se polariza de manera esperpéntica. O eres del Madrid o del Barza, y también, ahora, del Atlético. Es una olla de grillos y de mala leche. No se entiende la discusión, son sainetes sin sentido. Es venenoso de por sí. En el partido de la Champions entre el Bayern de Munich y el Real Madrid, la tertulia era un funeral, el triunfo blanco dejó sin libreto a los comentaristas culés y no sabían que decir porque odian al equipo rival [también pudo pasar lo contrario, los culés hubieran encumbrado al santo entrenador del club bávaro o que los tertulianos madridistas se hubieran quedado mudos en un supuesto triunfo culé]. Es como volver a las cavernas. Adiós a la tertulia.
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