Una justicia ética es una justicia que cede el paso a la alteridad
Joan- Carles Mèlich
A diferencia de lo ocurrido en los campos de Auschwitz, en las caucherías del Putumayo, lo que ha cundido a lo largo de la historia de la floresta ha sido silencio y olvido. Como si las muertes de indígenas por la codicia por los recursos naturales fuera solo una anécdota dentro de esto lo que llamamos progreso, modernidad. No sólo en el ámbito local si no también en el ámbito nacional. Ha pesado un silencio cómplice. A todo esto ¿tenemos los relatos de infierno de lo ocurrido en el Putumayo?, ¿lo sucedido fue contado por sus protagonistas? Recuerdo una vez que estuve por El Estrecho, en el Putumayo, traté de entrevistarme con un sobreviviente del Putumayo, pero desgraciadamente, el anciano ya no recordaba nada, sufría arterosclerosis. He huroneado bibliotecas buscando esos testimonios pero no ha sido posible hallarlos (posiblemente, en Colombia haya algo). Es decir, que los relatos del infierno lo tenemos a través de intermediarios. Me explico, muchos de los testimonios de las víctimas del Putumayo están en el libro del magistrado Carlos Valcárcel, que fue dentro de un proceso judicial. Y través del “Libro Azul” de Roger Casement luego de su estancia por esas tierras del diablo. No tenemos un testimonio directo de las personas que sufrieron esos sangrientos atropellos. En el libro del juez Valcárcel se anota que los asesinos de indígenas trataban de ejecutar a los ancianos. Por una razón sencilla, para que los jóvenes no recuerden. Se trataba de eliminar la memoria. La acción de los caucheros con el tiempo les dio la razón. Lo del Putumayo es una mera anécdota del desarrollo. Casi se ha olvidado. Los relatos del infierno nos remiten a la memoria (la memoria es el territorio del recuerdo y del olvido también). Por eso, hay que sanear lo ocurrido en ese lugar de la floresta recordando para que no vuelva a ocurrir. Pero desgraciadamente, esa lección la hemos olvidado. La filosofía perulera y sus integrantes ni si siquiera se han puesto a pensar/reflexionar sobre esas muertes, sigue siendo una fábula en ese rincón del país – con el tiempo lo ocurrido con la violencia política de los ochenta y noventa, mayoritariamente, en los Andes ocurrirá los mismo. Observemos lo que está ocurriendo hoy con la contaminación petrolera en los ríos amazónicos, para los citadinos es solo una historieta de indios politizados. Hasta ahora, la ecuación de los recursos naturales + poblaciones amazónicos+ desarrollo, sale con debito. Para muchos esos relatos del infierno son irrelevantes, olvidan que es el meollo de la memoria.
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