Escribe: Héctor Tintaya Feria
De acuerdo a la última encuesta de Ipsos Apoyo es el sur del Perú y en parte el oriente le dan, en promedio, mayor aceptación a Julio Guzmán en la intención de voto. ¿Cuál es la respuesta para esta apuesta que podría significar nuevamente una decepción nacional que tilden a estas regiones con adjetivos como: no saben elegir, son más manipulables o se dejan rápido encandilar con la novedad?
La búsqueda de lo diferente podría ser la respuesta. Otra, que estas regiones a diferencia de lo que pueden sentir como percepción en el norte, centro o la capital, han sido habitualmente olvidadas por, precisamente, esos candidatos que luego se convirtieron en presidentes y decían en campaña que serían la diferencia y se ocuparían en el retraso en el desarrollo de estas regiones. Más plata urgente para donde falta.
Pero otra puede ser que se constituyen en regiones rebeldes por naturaleza, contestataria a lo que dice el resto del país. O en realidad tienen una lectura es más inteligente de lo que sucederá, por el contrario de los que los califican de manipulables, y mayor sensibilidad para entender cuál es el camino diferente a elegir lo cual recién sucede en el resto del país claro que, a diferente velocidad y, según cada región.
Lo cierto es que todo esto no quita que otra vez estas regiones sean las más decepcionadas o que el candidato(a) que luego es presidente(a) se decepcionen cuando estas poblaciones no empiecen a sentir que las promesas empeñadas se cumplen rápidamente y le quiten el respaldo con mucha facilidad. Sucedió con todos los últimos presidentes.
No sólo sucede con Julio Guzmán como fenómeno electoral en este momento. Lo mismo, en diferentes porcentajes obviamente, sucede con Verónica Mendoza o Alfredo Barnechea. De hecho, el elenco estable: Fujimori García, PPK y hasta el mismo Acuña en estas regiones sufren para subir en las encuestas. Son los rebeldes rápidamente defraudados que tiene que ver con una especie de esperanza social que quiere creer cada cinco años. De ahí la importancia de la palabra empeñada y que las caretas o posturas electorales no sean demagogias puras.