Desde el primero de enero del 2016 la calle Los Sauces quedó marcada por la presencia de basura. Era una basura que provenía de los alrededores y que habitualmente la empresa encargada de los desperdicios recogía. Los días pasaron y ese montón quedó allí, invicto, pues nadie se acercó a realizar labores de limpieza. Los vecinos de ambos sexos, espantados por la presencia de gallinazos, perros vagabundos y otras alimañas, se quejaron en uno y otro tono, acudieron a los diferentes medios de comunicación y realizaron sendas manifestaciones de protesta contra la autoridad edil.
El señor alcalde, Francisco Sanjurjo no se dejó ver durante varias semanas. Frecuentemente estaba de viaje, estaba realizando alguna actividad y no podía recibirles. La basura seguía allí, en la calle Los Sauces. No aparecía ningún camión recogedor y, lo que era peor, el cerro continuaba incrementándose gracias a personas inescrupulosas que no hacían caso de las recomendaciones pertinentes. Justo en aquellos días, el alcalde ya no pudo evadir a los reclamantes y, muy suelto de huesos, les dijo que en cualquier momento les iba a enviar a los recogedores. Pero esa misma noche los camiones pasaron de largo y la basura siguió allí, en la calle Los Sauces.
El tiempo transcurrió y nunca aparecieron los carros recogedores. La basura intacta no podía seguir así, invadiéndolo todo, malogrando el ambiente. Ante esa situación los vecinos de ambos sexos, cansados del descuido y la inercia de la autoridad municipal, se dedicaron forzadamente a labores de reciclaje. Nadie sabe como aprendieron los secretos de ese oficio y en poco tiempo lograron extraer de los desperdicios lo que se podía salvar y con esos elementos se ganaron algunos soles. Los ingresos que obtuvieron fueron importantes y decisivos y el mismo alcalde de San Juan copió el modelo de los nuevos recicladores para implantarlo en otros lugares del distrito.