LOS CANDINARCOS

 

El consumo de marihuana no es escaso en las altas esferas del poder mundial. Un mandatario de los Estados Unidos, por ejemplo, no solo fumaba la marimba, y de la buena, sino que lo sembraba en su jardín como un adicto angustiado, un fumón de esquina que no podía perder su tiempo en la compra. Hace poco un alcalde español pretendió sembrar oficialmente esa frondosa planta para mejorar su presupuesto. Y en el Uruguay el mismo presidente está de acuerdo en liberar la fumarola casera o callejera de ese recurso vegetal. En el Perú, lamentablemente, no se tienen datos sobre el uso y abuso del troncho, del porro o del pitillo marihuanero, pero sí del consumo de otras drogas, siendo la  más  frecuentada eso que inhalan como si tuvieran gripe. De manera que el narcotráfico local tiene por lo menos algunos consumidores seguros por acanga y por allanga.

El señor Jaime Antezana parece haber fumado la marihuana transgénica, pero de la mala, de esa que se vende mezclado con clavo de olor o cualquier otra cosa, porque sus denuncias sobre congresales involucrados en el tráfico de drogas no sirven para nada. Es decir, ha desatado mucha bulla, algún efecto (in) mediático, pero la nula  investigación de un hecho que varias veces ha estallado y manchado la política peruana. El tráfico de opio manejado por Juan Leguía, hermano de don Augusto Apolinario, es solo un caso de esa frondosa herencia. El pasado gobierno de Fujimori sabe bastante sobre ese asunto, como todos y todas recordamos, menos los que se hacen los locos.

En nuestro medio frondoso, donde se fuma la marimba hasta en plena calle y se coquea en ciertos bares o discotecas, el escándalo desatado por Antezana iba pasando desapercibido. Iba, porque, como para no quedarse atrás, un dirigente aprista mencionó a un congresista como socio del baile, pero no aportó ninguna prueba, como si también le entrara al troncho a horas indebidas. De todo este feo asunto, nos parece rescatable lo que declaró ayer a este diario el ciudadano Moisés Panduro: “Yo estoy completamente seguro que hay un montón de candidatos financiados por el narcotráfico, porque no hay manera de explicar las campañas millonarias…”. No estaría mal investigar el asunto y detectar a los posibles candinarcos.