Me detengo en este periplo académico para referirme a los últimos artículos de dos colegas de lectura obligada, semanal y diariamente, según el caso.
Guido Lombardi se ha referido a los sucesos de Áncash suponiendo que el presidente regional, César Álvarez, ha leído y seguido los consejos de Macchiavello cuando el filósofo florentino señalaba que para gobernar a los hombres (y mujeres, se entiende) “hay que ganárselos o destruirlos”. Luego de una insinuación sobre las acusaciones que pesan sobre el mencionado político, Lombardi, afirma que “lo ocurrido en Áncash debiera ser una ocasión para desterrar los cacicazgos autónomos a los que nos ha conducido un proceso de regionalización mal diseñado”. Aquello de gobernar ya sea ganando o destruyendo a los demás no sería una exclusividad del presidente ancashino y más bien podría considerarse una copia mala de lo que hacen los políticos de la capital de la República, sean de derecha o de izquierda, para hacer una división obsoleta pero necesaria. Pero de allí a lamentar los caciquismos regionales y concluir que el proceso ha sido mal diseñado nos llevaría a la orilla de los que piensan que lo que hace o deja de hacer el centralismo tiene un manto de eficiencia que, ya sabemos, no es verdad. Bastaría con estudiar el ejemplo de San Martín para defender el proceso de regionalización que, si no avanza como se diseñó es porque la burocracia centralista se resiste a entregar autonomía, sistema que ha demostrado eficiencia en otras sociedades. Atribuir a Álvarez la probabilidad de seguir a pie juntillas la máxima del autor de “El Príncipe” sobre que “Nada hay más autodestructivo que la generosidad” es una exageración porque si de generosidades se trata hay que ver cómo parte y reparte el poder central a través de programas dadivosos pero calamitosos.
Aldo Mariátegui recuerda a Orwell para decir junto a él que “la libertad de expresión consiste en el derecho de decirles lo que no les gusta a los demás”. Añade que “por eso prefiero mil veces que se bordee el libertinaje a la censura”. Es sabido que a las personas –con mayor incidencia a los políticos- les gusta solo que le digan lo buenas que son y la filantropía que llevan a sus actos. Por eso es que existen tantos políticos que alquilan espacios para que otros los alaben, con el agregado que entre alabanza y alabanza muestren los errores –supuestos y reales- de sus adversarios. Y en ese intento se bordea el libertinaje que, como ya escribí alguna vez, es preferible a cualquier tipo de censura, como no se cansaba de repetirme cada vez que podía el cura Maurilio. Hay que decir lo que uno piensa o cree. Y en ese camino estaba ese columnista extraordinario llamado Andrés ‘La Ortiga’ Bedoya, que con sus aseveraciones y petardos provocaba controversias entre quienes le odiaban y le amaban, no solo por la forma cómo decía sino por su conocimiento.
Entre políticos y libertad de expresión siempre transcurrirá nuestro trabajo periodístico. Lo que acontece cotidianamente nos debe servir para buscar la pluralidad en la información y, seguidamente, la contundencia de nuestras afirmaciones que deben ser dichas con dureza pero también con belleza. Hay que decir las cosas que no gustan a los demás pero con gusto, característica que creo se ha perdido, especialmente en la televisión iquiteña donde nos han invadido los mediocres e ignorantes que, para colmo, se creen los sabelotodo.
Lo que esta sucediendo actualmente es que la clase politica a decaido a tal nivel que mas parecen no partidos politicos si no Bandas politicas, en la que se encuadran los corruptos,sicarios,asesores para contrarrestar la legalidad y en eso se refleja en Ancash, sin dejar de mirar de reojo otras Regiones, que se esta germinando, por la podredumbre moral de la sociedad, Fiscalias, Poder Judicial, Policia, etc etc.
El problema de los mal llamados analistas politicos ha llegado a un nivel tan bajo, que son los que mas confunden a la poblacion… He conocido en el trasncurso de mis años a analistas politicos que crean espacios para pensar y tomar posiciones sobre sus comentarios, pero actualmente hablar de Aldo Mariategui es leerlo o escucharlo a un vocero de la derecha peruana ,,eso no es analisis , es una mera opinion, que el quiere que se acepte como tal, es su manera de pensar y lejos de favorecer a sus comentarios, esta empezando a crear el limbo de la duda.
Los comentarios están cerrados.