ESCRIBE: Gustavo Vásquez Vásquez
Se puede decir que Mario Vargas Llosa es torpe políticamente, que su recordada campaña del Fredemo la malogró por hablar hasta lo que no debía. Se puede decir que es un gran escritor y gracias que se quedó en eso y cortó pronto su carrera política por el revés de las elecciones que perdió. Pero lo que no se puede decir es que no es totalmente sincero y transparente cuando dice y declara algo, aún a costa de hacerlo en momentos inoportunos o escenarios incorrectos.
Ahora, luego de la primera vuelta para elegir presidente, dice: “Voy a votar por Humala porque creo que los peruanos no pueden legitimar con su voto una dictadura que dejó huellas dolorosas, muchos muertos, desaparecidos, terribles atropellos contra los derechos humanos. La dictadura no puede ser reivindicada”. También dijo que un eventual triunfo de Keiko significaría que: “Los ladrones y los asesinos que están condenados por los tribunales civiles, en juicios impecables, pasarían de nuevo al gobernar el Perú. Eso, desde luego, no lo quiero para mí país”.
Lo dicho. Es muy claro, sincero, transparente. Ahora no teme jugarse a la posibilidad de apostar por Ollanta Humala siendo para él un mal menor. Es decir no cree que ese candidato sea el mejor pero sabe muy bien que no quiere para su país. Habría que preguntarnos ahora si finalmente no hemos terminado eligiendo así en todas la últimas elecciones. Es así que Fujimori ganó a Vargas Llosa en 1990 porque el país no quería al escritor precisamente por sus exabruptos de sinceridad durante la campaña. Luego el 2001 Toledo derrota a Lourdes Flores porque el Perú terminó votando contra ella y su propuesta de derecha. El 2005 Alan García Perez derrota a Ollanta porque la campaña empecinada en mostrar a Humala como el lobo que se iba a comer a todas las caperucitas y niños del país convenció que no era el presidente que queríamos a pesar de las tristes celebridades del candidato del Apra.
Quizás ahora Vargas Llosa dentro de su lenguaje claro, directo está interpretando lo que una vez más no quiere el pueblo peruano. Ollanta aún es algo no muy claro pero representa el cambio que todos reclamamos, al menos entre estos dos candidatos.
La opcion humalista de Vargas LLosa debe ser respetada, como la de cualquier otro peruano, pero lo que no acepto es que un intelectual como el se convierta en vocero de un candidato dudoso, al que no hace mucho todos veian como el verdadero, concreto y espeluznante peligro contra la estabilidad politica, economica y social del pais. Por eso cuestiono su pose de «iluminado» y sus berrinches de escritor egocentrista, pues con ese tipo de comportamiento solo lograra que, muchos de los peruanos que hoy lo respetamos, pasemos a recordarlo como un ser prepotente y vengativo, a quien le interesa mas, salirse con la suya, y no ceder en pro del bienestar general. Realmente creo que es de ciegos el no ver el peligro que Humala representa para el Peru, que con mucho esfuerzo, dolor y sangre, viene sacudiendose del atraso y la ignorancia, y que hoy en dia se encuentra en una situacion privilegiada, de constante crecimiento economico y prometedora reduccion de la pobreza. La lucha de clases que el ex militar constantemente instiga, no le hace bien a nadie, por el contrario, alimenta el odio y genera descontento y envidia entre peruanos, y solo beneficia a quien pretende dividir para reinar, a quien pretende subyugar antes que compartir.
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