La educación sexual se puede empezar “desde ya”, independientemente si es niño o niña y la edad. Hablar con tu hijo sobre sexualidad no es fácil y muchas veces se deja de lado. Podemos pensar que son muy pequeños y no entienden, pero eso no es verdad.

Los niños que reciben educación sexual de calidad suelen iniciar sus relaciones sexuales más tarde y con mayor responsabilidad.

El truco esta en mantenerse firme, jamás inventar o mentir, no evadirse de la pregunta y no contestar más de lo que tu hijo pregunte. Lo ideal es hablarle de sexo a cuentagotas, es decir, en la medida de su curiosidad, sus conocimientos previos sobre el tema y según la edad que tenga. Para averiguar qué grado de información tiene y cuál es el que necesita, empieza por hacerle tú las preguntas. En función de sus respuestas, te darás cuenta de lo que sabe y de lo que debes contarle para satisfacer su curiosidad.

Es conveniente empezar a hablar de sexo con tu hijo desde el momento en que él comience a conocer su cuerpo y a nombrarlo. Para los niños es muy importante que cada parte de su cuerpo tenga un nombre y no un “apodo”. Si se habla de cabeza es cabeza, de mano es mano, de pene es pene, de nalga es nalga y así siempre. Evita dar otros nombres a los órganos genitales para que el niño no se sienta confundido. Otra ventaja de charlar con los hijos sobre sexo es aumentar la intimidad y la afectividad entre ambos, abrir caminos para que se pueda discutir en casa sobre todo y dar al niño la seguridad de que piense que “voy a preguntar a papá y a mamá porque ellos siempre me contestan”.

  • Nunca debemos evadir ninguna pregunta: los niños aprenden de lo que se dice y de lo que no se dice. El silencio es la peor de las opciones.
  • Nunca, bajo ningún concepto, debemos de mentir: la información errónea, junto a la desinformación, son las dos grandes catástrofes de tu futura vida íntima.
  • Es importante responder a lo que ellos quieren saber, pero también aportar información de lo que deben saber: quizás, en lo que no preguntan directamente también existan cuestiones importantes que conocer o dudas no resueltas.
  • Si no sabemos cómo responder (por vergüenza o por no saber adaptar el lenguaje) o desconocemos la respuesta, lo mejor es reconocerlo y comprometerse a buscar información para abordar el tema en otro momento (sin que esto sirva para escaquearse, claro)
  • ¿Por qué esperar a sus preguntas? La educación sexual de los niños es su derecho y, para los padres, una obligación. ¿Por qué no llevar tú la iniciativa? Hay niños que son menos preguntones, por ello no van a quedarse sin información.