200 Cerbatanas

Me encantan esas peleas, que no son peleas, entre periodistas de Iquitos. Hay siempre un ajedrez en todo esto de quién ataca a quién y por cuanto, ya sea por encargo, por honor o simplemente por joder. Muchos de los jugadores evidentemente ven que las piezas se mueven al compás de lo que quiere el dueño del tablero. Y más que preocupar, entretiene. Pero en el medio de las jugadas hay varios “calichines” que salen dañados, heridos.

Lo bueno de todo esto es lo que sucederá después. Cómo esos partiditos de fútbol, donde se arañan, se amaneran, se sacan las generaciones, pero nunca se tocan ni con el pétalo de una pestaña. No corre sangre nunca en esos fines de semana, si harto licor, pero ese es otro tema. Después se volverán a cruzar las risas, la chacota y la joda. Hasta entonces, los verdaderos lobos que están detrás, habrán cambiado y se volverán a tramar las jugadas para que funcione de nuevo el ajedrez de la política local en Iquitos.

Mientras esto sucede, y seguramente habrá galones de ron que corre maquinando como hacer caer al adversario periodístico de turno, en el Congreso de la República se queman las pestañas la crema y la nata del periodismo loretano. Unas rubílindas damas sacan el pecho por la academia y la representación de la dignidad periodística de la selva. Los selfies con algunos veteranos del oficio confirma que, con mucho esfuerzo sudor y lágrimas, se logra ser lo mejor del periodismo encallado en el abanico de gremios que intenta agrupar a los colegas en Iquitos.

Hay varios muertos y héroes que saldrán de estas escenas. Bien que los colegas expongan los trapitos al aire de todos los que utilicen el cargo para sacar un sencillo, si es para los suyos, mejor aún. ¿A quién se lo van a dar. Al enemigo, al extraño? Pero no se quejen, como lo hacen cobardemente los políticos aduciendo que son artimañas del enemigo por encargo. Si hay que mantener un lazo de admiración en el contrario, es por la voluntad de poner el pecho a las balas que vengan sin esperar que el padrastro político lo cobije en sus faldas.

Los muertos que salgan serán la evidencia de los que no sirvieron para el oficio, Aquí no hay dioses ni iglesias a quien acudir para pedir indulgencias ni suerte divina. Mientras tanto los héroes o, mejor dicho, las heroínas del periodismo se pasean por los pasillos de los congresos, poderes del Estado y demás, mostrando lo mejor de la decencia y el glamour charapa.

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