[En el Napo y Yaquerana:]
Los días han pasado desde el inicio oficial de las clases escolares, el 9 de marzo de este año, y ciertas autoridades que en ese entonces hicieron sus rimbombantes ceremonias, se llenaron la boca con frases sobre las mejores de la educación, siguen empecinados en regalar alegremente mochilas escolares entre los estudiantes. En un afán bodeguero o de beneficencia no dejan de visitar centros educativos lejanos y marginales. El espectáculo diario de esos regalos no tiene cuando acabar y se supone que ello es la manera correcta de ayudar a estudiantes de ambos sexos desfavorecidos. Las benditas mochilas escolares, sin embargo, tienen un alcance menor y reducido y no llegan a los sitios alejados, a las remotas zonas rurales. En esos lugares las clases demoraron en comenzar. Pero en algunos de esos sitios todavía no comienzan.
En la hora del zarpe de las naves Carlos Antonio y Yatsur, que en sus ambientes llevaban a más 300 maestros con algunos de sus familiares hacia los centros educativos del Napo y el Yaquerana, había una carga demasiada pesada, una herencia terrible. Es decir, la demora de siempre, el retraso histórico, drama que siempre afecta a los lugares lejanos de la fronda. Era la tarde del pasado 12 de abril del año que corre y ambas embarcaciones, contratadas por la Dirección Regional de Educación, iniciaban un viaje tardío, una partida con más náufragos que otra cosa. Porque hacía más de un mes que las clases habían comenzado en otras partes. Más de 30 días calendario se demoró la autoridad educativa en terminar de contratar a los profesores y en preparar un viaje que de todas maneras era la incertidumbre de siempre.
En la hora del zarpe no había las mochilas, ni había el ambiente regalón y benefactor. Lo que hubo fueron las palabras optimistas de siempre, simples palabras que el viento se encarga de llevar a sus molinos. Hubo también un extraño e incómodo ambiente festivo propiciado por una orquesta típica que se dedicó a amenizar la partida. Nadie sabe a quién se le ocurrió la peregrina idea de contratar música para celebrar un desastre. El desastre histórico del retraso. Porque es sabido que los lugares lejanos, los sitios remotos de la ruralidad, padecen desde antes, desde siempre, esa desgracia. Allí las clases comienzan siempre después. Nunca se ha podido hacer nada para evitar esa calamidad estructural de la educación regional.
Es como si se tratara de una herencia feroz o de un obstáculo insalvable que casi nadie considera o menciona. Cada año se repite lo mismo quien quiera que sea el que se encuentre al mando de la entidad educativa. Es decir, se oculta el clamoroso caso de los sitios lejanos y de frontera, mientras pasan los años y los desengaños. Ese problema sigue allí, palpitante, latente, pero es mejor dedicarse a otra cosa. Y en vez de tomar al toro por las astas se sigue optando por lo tardío y por el retraso. Y, lo que es peor, se opta por la distracción de regalar a pocos estudiantes implementos escolares. Tanta bondad no parece más bien una conducta escapista. .
En faenas de navegación se enfrascaron las naves Carlos Alberto y Yatsur desde aquel fatídico 12 de abril. Por más que sus tripulantes se esmeren, que sus máquinas se esfuercen, no podrán cambiar el destino del viaje a destiempo y tardío. Una de esos barcos, si no hay inconvenientes que lamentar, arribará hoy viernes 17 de abril al último lugar del Napo. Las clases en ese lugar tendrán que comenzar oficialmente el lunes 20 del mismo mes. Es decir, a bastante distancia de mítico 9 de marzo que fue señalado como el inicio de las clases escolares en toda la región. Pero en el Yaquerana las clases no comenzarán todavía.
Para que una nave llegue de Iquitos hasta el último punto de su recorrido por el Yaquerana se necesitan algo así como 2 semanas. El barco tardío arribará a su destino entonces el 24 de abril de presente año. Y es posible que las clases todavía no comiencen de inmediato debido a muchos factores que no es del caso mencionar aquí. Es decir, todo estará lejos del idioma oficial y de los publicistas contratados por las autoridades para darse un puesto en la faena educativa. Las clases todavía no han comenzado en tanta partes de la región. Y ello es grave.
En la hora del zarpe del Carlos Alberto y Yatsur no había ninguna mochila escolar con destino a algún centro educativo. El abusivo regalo de esos objetos nos parece una manera de esconder las deficiencias clamorosas y estructurales de la educación en la floresta. Las autoridades para distraer la atención, para disimular que hacen algo, para pasar por agua tibia, se empeñan en ser generosos como si el problema de la educación fuera un simple caso de útiles escolares. Sería conveniente que esas autoridades regalonas dejen de perder su tiempo entre las mochilas y diseñen una estrategia sobre esos sitios remotos para el año que viene.