Percy Vílchez Vela

La insólita boda entre un hombre y un árbol, hecho que sucedió en Iquitos como una innovación nypcial, no pasó desapercibido para el linaje de los gallardos y activos iquitenses. Luego de la ceremonia que contó con su bendición y su juramento, quedó en el ambiente la urgencia de seguir con ese tipo de matrimonio. Así fue como, de un de repente, algunas personas salieron con la noticia de que se iban a casar con los escasos árboles que estaban sembrados en las calles de la ciudad. Y se casaron con ruidosas fiestas donde abundó la comida y el licor. Los nuevos matrimonios fueron noticia en los diarios de todo el mundo y el que menos quedó con la impresión de que las bodas debían seguir. Y siguieron porque apareció un contingente de personas que quería casarse sin más.

Entonces se abrió la agencia matrimonial gratuita que se encargada de registrar las flamantes bodas. Era una oficina abierta en pleno centro de la urbe y donde las personas daban sus datos personales y mencionaban al árbol elegido para el casorio. La demanda pronto desbordó la oferta de vegetales y la gente protestó porque quería tener su matrimonio en aras de la defensa del medio ambiente y otras hierbas. La única salida fue hacer que muchas personas se casaran con las simples plantas de los patios. Y así fue como aparecieron las bodas con hierbas modestas que antes nadie daba importancia. Los matrimonios entonces pudieron hacerse masivamente y los municipios abrieron oficinas encargadas de llevar a cabo esos enlaces.

Las bodas masivas se volvieron espectáculos célebres  y era común ver a ciertas personas que se casaban y se iban a vivir con las plantas. Los hogares muy pronto  adquirieron un aire vegetal y las parejas disfrutaban del nuevo estado con comilonas y celebraciones con abundante licor. La ciudad de Iquitos se convirtió en la urbe de las bodas con vegetales y su fama alcanzó los confines de la tierra. Los extranjeros también se enamoraron de ese tipo de bodas y pronto no hubo hierba que sobrara. Todas las plantas, inclusive las que crecían en las huertas, estaban casadas para siempre.