LA VISITA DE LA ACTRÍZ
La despampanante Brigitte Bardot, acérrima defensora de los derechos fundamentales de los animales, debería darse una vuelta completa por este perejil de verdores y aguajales, de ventas y ventoleras. En su oportuna visita, guiada por melenudo operador turístico y hasta resguardada por la tombería o el serenazgo para que no le asalten o estafen los muchachos de lo ajeno, ella comprobaría cuan abusivos somos con nuestros hermanos de la escala zoológica, de la propia familia. La palabra charapa nos designa en cualquier parte, pero cada cierto tiempo tenemos que evitar la extinción de los quelonios. Lanchas, bares y comercios llevan nombres de felinos, pero abundan gatos o perros vagos y muertos de hambre.
En la presente campaña electoral, gracias a que candidatos y colectivos llevan nombres de animales como si tal cosa, escuchamos a cada rato ladridos, maullidos, graznidos, cantos galleros, piar de pollos, mugidos, rebuznos. Pero ninguna candidatura anuncia una campaña a favor de los pobres mininos y canes maltratados por los infortunios caseros o callejeros. Nadie siquiera ofrece para dentro de mil años una perrera, una gatera, una gallera o gallinera, una caballeriza. Es decir, en ese rubro, en el reino de las trompas y las cuatro patas, andamos también hasta el perno.
La reciente esterilización de animales realizada por Amazon Cares y la fundación gala que lleva el nombre de Briggite Bardot, fue un gol de media cancha. La gesta pudo ser más relevante si hubiera contado con la presencia de la renombrada actriz de cine. Para otra vez será. Mientras tanto, hasta que ella pueda venir a vernos, podríamos imitar esas jornadas de saneamiento ambiental. Dentro de pocos días, aprovechando el ambiente de ventas pascuales, se podrían ejecutar gestas de variados controles. Esterilización de las bocas de los que conducen borrachos, de las garras de los tantos ladrones, de las incumplidas promesas de los candidatos de uno y otro bando. Así por el estilo y antes de la visita de la citada actriz de cine.