Javier Vásquez
La palabra violación proviene del latín violare, y esta, a su vez, de vis, que significa fuerza.
Aunque existan varias definiciones, en la mayoría de las jurisdicciones se interpreta como la agresión sexual con penetración vaginal sin consentimiento mutuo. Hablando en un sentido restringido, la penetración oral o anal sin consenso mutuo no es una violación, aunque el delito se contemple en otros preceptos legales que castiguen la agresión sexual.
En la antigüedad, la violación era un medio de procurarse esposa. El hombre se limitaba a forzar sexualmente a una mujer y luego se la llevaba a su tribu. Allí tenía que proteger su propiedad y su honra impidiendo que otros hombres se apoderaran de ella o la violaran. Parece que esta situación inspiró las primeras leyes contra la violación, en las que esta se consideraba como un delito contra la propiedad o el honor del hombre, pero no contra la mujer.
En el Código de Hammurabi, un cuerpo de leyes dictado en Babilonia hace cuatro mil años, el hombre que violaba a una mujer prometida y virgen era condenado a muerte, pero si la víctima era una mujer casada, se consideraba culpables tanto al violador como la violada y se les sumergía en agua hasta que se ahogasen. En la Biblia ( Deuteronomio, 22,22-28 ), la mujer casada objeto de violación se consideraba que había prestado su aquiescencia, por lo que el violador y ella misma eran ejecutados. En cuanto a la mujer virgen, solo se la consideraba culpable si la violación acontecía dentro de las murallas de la ciudad, pues se suponía que sus gritos de socorro habrían alertado a los viandantes, que la habrían liberado.
La violación con fuerza o intimidación es, con mucho, el tipo de violación más denunciado. Esta, a su vez pude ser solitaria ( perpetrada por un solo individuo ), en grupo, a menudo un tipo de violación realmente pavoroso. También se da la violación por el amigo, con quien una mujer se cita, y la violación por el esposo o compañero.
La víctima de una violación, hombre o mujer, joven o viejo, emocionalmente estable o muy conmocionado, requiere una meticulosa atención médica. Los daños físicos son bastantes corrientes, y no siempre visibles ni obvios, algunos revisten tal gravedad que la vida de la persona corre serio peligro y hay que actuar con urgencia. Además de la localización y tratamiento de las lesiones físicas, hay facilitar a la víctima las necesarias indicaciones para la práctica de análisis, por si hubiese contraído alguna enfermedad venérea.
El impacto psicológico de la violación puede ser profundo desde los primeros momentos del ataque y prolongarse a veces durante años. La reacción de la víctima suele ser una sensación de soledad, impotencia y total aturdimiento. Como consecuencia de la violación, hay mujeres que tienen que hacer frente a diversos transtornos sexuales, entre ellas la aversión sexual, el vaginismo (imposibilidad o dificultad extrema de penetración por dolor), anomalías de lubricación vaginal, pérdida de sensaciones genitales, dolor durante el coito y anorgasmia.