La villa plumífera

La villa plumífera 

El fracaso de los celulares como medios de comunicación, de acercamiento entre las personas, de lima de las asperezas, lo venía demostrando el  caso de la Villa Olímpica o potrero con muro perimétrico. Los máximos representantes y los tantos funcionarios del Gobierno Regional de Loreto y de la Municipalidad Distrital de San Juan tienen celulares como cancha,  llaman a cada rato y reciben llamadas al por mayor, se llaman ellos mismos cuando nadie les llama o no tienen a quien llamar, pero no pudieron arribar rápido a un acuerdo previo para evitar la trifulca, el pleito, la bronca sobre ese centro deportivo. Después del acuerdo entre ambos líderes la famosa Villa Olímpica ha quedado como un vacilómetro, un salsómetro o un cumbiómetro, puesto que allí se celebrará la farra de San Juan y sus gallinas degolladas.

Los modernos celulares timbran o suenan o vibran por las puras pelotas y nadie se atreve a comunicarse en serio con el otro, con el supuesto rival, para dejarse  de vainas hegemónicas y de inmadureces y arribar a un pacto previo, a un acuerdo de caballeros. Tantas trompeaduras verbales, terquedades mutuas, se evitarían con el uso adulto y civilizado de los celulares. Pero no. Pero nada. En nombre de la ciudad de las pistas destruidas, del deporte de empinar el codo  y de los suculentos juanes que se vienen, el potrero perderá su sentido original y acabará de campo de feria, de centro de tomaduría.

La borrachuda fiesta de San Juan, al fin de cuentas, es un asesinato de gallinas. Es una celebración plumífera antes que nada. En eso se convertirá esa villa, un centro plumífero, que hace poco era el foco de una disputa sin cuartel en medio de tantos celulares con llamadas equivocadas. No entendemos nada. ¿Se puede usar un espacio para otra cosa, para hacer lo contrario de los fines declarados? ¿No sería mejor que ese potrero siga en lo suyo?