Los precarios inquilinos de la Villa Olímpica, damnificados de la creciente que se quedaron allí hasta nuevo aviso,  decidieron vender las instalaciones que habitaban y buscar luego un lugar más seguro para convertirle en morada. La oferta de venta es regalona ya que el precio por cada metro cuadrado nada tiene que ver con los precios oficiales. Porque esa entidad no tiene ni agua, ni luz, ni servicio de desague, ni visita de los carros recogedores de la basura cotidiana y, por lo tanto, su precio es rebajado de anchas o mangas.

Como nuestros probables y posibles lectores de ambos sexos recordarán,  si que tienen buena memoria, los damnificados decidieron quedarse en la llamada Villa Olímpica puesto que se sentían cómodos y los lugares de donde venían eran demasiado frágiles. Así que no hubo razón ni fuerza para desalojarles y se quedaron sin más, desconociendo que ese lugar era una calamidad en los referentes a sus servicios básicos. Por eso han decidido vender la villa y marcharse hacia algún lugar mejor. O donde alguien pueda pagar el agua, la luz y otros servicios  necesarios para el buen funcionamiento diario.

Es posible que nuestros probables y posibles lectores de ambos sexos, se vean tentados en determinado momento de querer hacer negocio con los damnificados.  Una villa seduce con sus instalaciones amplias, sus campos para la práctica de varios deportes y otros atractivos. Pero nosotros les advertimos que se mantengan al margen de la oferta, puesto que está visto que así como van las cosas en la villa Olímpica nunca habrá un buen servicio debido a que el encargado de pagar todo es el Gorelor  donde, como todos saben, el cambio ya empezó.  O sea que estamos en pleno proceso de mutación y en esta fase resalta la ausencia de pago.