ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel
Mientras hablamos lo que será “UKAMARA: Diálogos sobre Literatura y Amazonía”, le pregunto qué fue lo que más la impresionó de su último viaje a Tamshiyacu donde fue jurado de concurso de bailes típicos. Con esa dulzura vocal responde: “lo que la gente saluda a la gente”. Niños, jóvenes y adultos saludan en la calle, con un respeto único. Nos habla de la poesía que lee, de los poetas, de los grupos literarios, de su nacimiento en pleno río por el Pastaza, de sus inicios en las aulas como alumna, de su ingreso como docente, de su tiempo dedicado a la lectura. “Me he tomando dos meses para leer los diez libros de Río Marañón”. Qué dulzura en sus palabras, qué diáfana su voz, qué simpatía en sus ojos. Qué Marina, qué marina. Recuerda a su padre, comprende a su madre. Han pasado 123 minutos de charla y mientras se aleja y regresa para recoger el bolso que había olvidado no deja la sonrisa. Ya con Mónica, que se unió al grupo en los minutos finales, pensamos: qué linda mujer, qué simpática señora. Antes, entre frase y frase, la sentía maravillada con toda la jornada que se viene. Maestra, la noto revitalizada, usted ya se jubiló y la noto que está en su mejor momento, que sus años por Yurimaguas, su descubrimiento a los chayahuitas, shawis pues, le impulsa a pensar en lo que hará mañana, en las lecturas pendientes, en la responsabilidad de su participación en los conversatorios. Cuando le brillan los ojos porque en los últimos meses ha participado en recitales, películas, actuaciones y, claro, le han remunerado por eso, nos sorprende recitando de memoria poemas de Carlos Fuller, Percy Vílchez, Jorge Eilson, German Lequerica. Salvo la poesía, todo es ilusión. Solo la poesía salvará al Perú. “Conocí muy jovencito a Jorge Nájar, él después se fue a Europa, conocí a Róger Rumrrill, él se quedó más tiempo en Iquitos, pero también se fue, qué tales escritores”, me dice como si viera a esos escritores marcharse del terruño mientras ella con su esposo emprendían su proyecto de vida. Así podría seguir charla que te charla. Cómo hemos descuidado a los experimentados, cómo desaprovechamos el conocimiento. Hay que voltear la mirada a los viejos, viejo. Ella ha hecho el papel de una mujer con Alzeimer en “La niña del azúcar”, ha sido dirigida por Javi Velásquez. “Ha sido un papel pequeñito, me ha llevado todo un día de trabajo, pero, sabe, me he quedado satisfecha y Javi también”. Cuánta sabiduría, cuánta sabia. Marina Díaz, la actriz, Marina Díaz la maestra, Marina Díaz la sabia, Marina Díaz la savia. La que, cual corteza ante un corte, destila un líquido que sólo se puede explicar desde la Neurología porque ella es una sabia. Ella, que aún no sale de su asombro por lo visto y vivido en la Feria Internacional del Libro de Iquitos, que aún tiene mucho que ofrecer. Ella es un homenaje a las palabras que se ha soplado “Un río interminable de palabras” y que combina la lectura con la tejedura porque es tan hábil con la pronunciación como con la sincronización al tejer. Ay, nos dice en un momento, ya le he quitado bastante de su tiempo. Perdón, perdón, he aprovechado bien el tiempo maestra y si usted nos permite, escribiré algo sobre nuestro encuentro. Bajo el título de “La savia de Marina” trataré de describir a la sabia Marina. Escribiré en cuanto llegue a casa. Ya en casa, como si el tiempo de detuviera, releo “Iquitos, 01 de octubre 2021. Distinguido caballero. Don Jaime Vásquez Valcárcel. ¡Anonadada!… ¡Asombrada!… ante mis ojos: Diez libros y la Presidenta de Tierra Nueva… Me siento honrada. Jaime Vásquez Valcárcek, infinitas gracias, por el presente. Respetuosamente. Marina Díaz Vda. de Lequerica”. Antes que sea las cinco de la mañana, antes que el gallo emita su canto, habrá amanecido y un nuevo día empezará. La sabia Marina nos entregó su savia. Nos entregará, también, en los días de “UKAMARA: Diálogos sobre Literatura y Amazonía”.